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Aplanando curvas: Covid 19 Vs Violencia Estructural ES

por | May 1, 2020 | África, Gente, Paz | 0 Comentarios

Isiolo. Kanya
Aplanando ambas curvas: Covid 19 Vs Violencia Estructural…
Una perpectiva desde los pastores trashumantes de Isiolo

La pandemia del Covid-19 ha desencadenado un justificado sentido de urgencia y emergencia sin precedentes en la movilización de los recursos mundiales para la seguridad humana. Sin embargo, el sentido de urgencia con el que nos enfrentamos a la inmediatez de la pandemia de Covid-19 puede ocultar la vulnerabilidad social endémica ocasionada por instituciones poco pacíficas, injustas y débiles a nivel mundial, estatal y local.  
Durante mucho tiempo, la familia mundial había asumido una pseudo inmunidad hacia la violencia estructural y las estructuras injustas como se recoge en el SDG 16.  Sin embargo, el Covid-19 ha dejado claro que existe una fuerte correlación entre el SDG 16, el Covid-19 [SDG 3] y la seguridad alimentaria [SDG 2]. No se trata de un juego de cifras con los números 16 y 19; se trata propiamente de personas, la familia humana que está simultáneamente, co-presente en ciudadanos que han de ser considerados, a la vez, globales y locales (ciudadanos Glocales).  Es necesario crear un nexo entre las perpectivas local y global que nos lleve a esforzarnos en aplanar la curva tanto del Covid-19 como de la violencia estructural. 
Al igual que los mercados húmedos de Wuhan han tenido un impacto devastador en los mercados de valores de Nueva York, también los mercados de ganado de la misión de Ngaremara en Isiolo (Kenya) pueden tener un impacto directo en los mercados de valores mundiales. No estoy tratando de establecer una falsa equivalencia entre un escenario de mercado húmedo en Huwan y la misión de Ngaremara en Kenya.   Lo único que quiero subrayar es la urgencia de tratar a las comunidades de pastores vulnerables de las lejanas periferias de Ngaremara, Isiolo en Kenya, con la misma dignidad, y de manera tan equitativa, como los directores generales de los mercados bursátiles de Nueva York y Londres.  
Esto puede parecer anormal a primera vista, pero la anormalidad, tanto como concepto como proceso de pensamiento, es lo que el Covid-19 ha trastocado, y ahora es la «Nueva Normalidad». Covid-19, el ecualizador final ha revelado una vez más que Boris Johnson, el Primer Ministro del Reino Unido y nuestra catequista en la Misión de Ngaremara, mama Francisca Mpayani son, después de todo, simplemente humanos y vulnerables de múltiples maneras.   La forma más sostenible de salvaguardar el bienestar de ambos; a pesar de su diferencia económica, geográfica y de estatus, es colaborando en la reconstrucción decidida y estratégica de las instituciones y estructuras débiles e injustas propias de sus contextos.
Las comunidades de pastores de Isiolo están tratando de hacer frente a la nueva realidad que se ha introducido en sus Manyattas [chozas tradicionales de barro] y zonas de pastoreo gracias a Covid-19. La gente que durante mucho tiempo había deseado ver ha llegado; el Gobierno tiene ahora una presencia institucional a través de personas prestadoras de servicios; es ahora cuando los ve cruzando sus caminos inaccesibles. Se esfuerzan por comprender por qué el Gobierno interfiere con el único capital que les queda, es decir, el capital social, insistiendo en el distanciamiento social. No entienden por qué el resto del país se queja amargamente del «aislamiento» mientras que ellos, durante mucho tiempo, han vivido en silencio en un aislamiento económico y de desarrollo. Se maravillan de cómo el gobierno puede establecer rápidamente un sólido equipo de respuesta rápida para identificar, rastrear y localizar posibles contactos con el Coronavirus, pero se no han logrado identificar, rastrear y localizar el origen de la violencia tanto estructural como prolongada en medio de ellos.   Las familias urbanas de clase media que durante mucho tiempo fueron consideradas como «portadoras de desarrollo», ahora son vistas como «portadoras del Coronavirus» y es un grupo a evitar. Sin embargo, los habitantes de las ciudades también son los «portadores de alimentos», lo que significa que, una vez más, los pastores son vulnerables al hambre y a la inseguridad alimentaria. 

Tenemos que centrarnos en la construcción de fuertes infraestructuras sociales que hagan posible la verdadera paz. Esto incluirá instituciones sociales justas y fuertes.  Nosotros, como ciudadanos glo-cales», debemos darnos cuenta de que somos tan vulnerables y prescindibles como los grupos vulnerables de nuestro entorno y de lugares lejanos. Pensando en una paz perdurable, es necesario aplanar las dos curvas.

Robert Omondi cmf
Miguel Ángel Velasco cmf (translator)



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