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2. Todo puede cambiar

por | Feb 21, 2020 | 2030 Agenda | 0 Comentarios


1.    Un papa en la Asamblea general de las Naciones Unidas

El viernes 25 de septiembre de 2015, el papa Francisco dirigió un importante discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Era la quinta ocasión en la que un Obispo de Roma se dirigía a una Asamblea General en nombre de toda la comunidad católica a la que representa y sirve. Recordemos que la encíclica Laudato Si tiene fecha del 24 de mayo de 2015, festividad de Pentecostés. Francisco se dirige a los Jefes de Estado y de Gobierno de la ONU; una diversidad representativa de la multitud de lenguas que recibieron, el día de Pentecostés, la buena nueva de la Alegría del Evangelio.
¿Cuál era la razón por la que Francisco estaba allí en Nueva York? La ONU celebraba su 70 aniversario y era debido que el Papa Francisco dirigiese, en la línea de los anteriores, un mensaje de solidaridad y apoyo a la labor de las Naciones Unidas; así lo hizo en su discurso lleno de agradecimientos a los allí presentes y a los trabajadores de la ONU. Pero había una razón más, vinculada con ésta, que centró en gran medida su discurso; el septuagésimo periodo de sesiones tenía, en esta asamblea general, un motivo especial: la aprobación de un documento llamado ¨Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible¨. Con este documento la ONU quería dar un paso más en la definición de su vocación de servicio a la humanidad aprobando un documento que quería estar muy cerca del rango que tiene la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 
Como no podía ser de otro modo su discurso, situado en la sesión anterior a la de la votación de los ODS 2030, hizo presentes muchos de los temas recogidos en la encíclica Laudato Si vinculándolos al contenido de la Agenda 2030. Los excluidos, los más vulnerables, la necesidad del desarrollo sostenible, el cuidado del planeta entendido como ecología integral, fueron presentadas por Francisco como realidades interrelacionadas e instó claramente a todos los allí presentes, empezando por la comunidad católica, a asumir los ODS como una tarea ineludible y urgente. Estas palabras de Francisco no pueden ser más reveladores: “Lo dramático de toda esta situación de exclusión e inequidad, con sus claras consecuencias, me lleva junto a todo el pueblo cristiano y a tantos otros a tomar conciencia también de mi grave responsabilidad al respecto, por lo cual alzo mi voz, junto a la de todos aquellos que anhelan soluciones urgentes y efectivas. La adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre mundial que iniciará hoy mismo, es una importante señal de esperanza”[i].
Francisco comprendía perfectamente que Laudato Si y la Agenda 2030 se complementan y tienen, en la inmensa mayoría de los casos, los mismos puntos de vista. Laudato Si representa una forma de mirar a nuestro de mundo, desde la fe cristiana, de una manera integral; es, además, una encíclica que quiere dirigirse al mundo entero por lo que se esfuerza en poner los acentos en valores universales fundamentales. De esta forma es, de hecho, un marco de referencia valorativo que no tiene propiamente la Agenda 2030. Los ODS 2030, por su lado, tratan de concretar lo más posible los 17 temas más importantes que tiene que afrontar la humanidad ofreciendo, a su vez, 169 metas para la verificación de su implementación. Son, por lo tanto, dos documentos complementarios en el 98% de su contenido.
Por si acaso nos quedaba alguna duda sobre la importancia que El Vaticano da a esta Agenda, se pueden señalar algunos ejemplos como el concurso internacional de proyectos educativos que relacionen Laudato Si y ODS 2030. Pero quizá lo más llamativo en este año 2019 sea la conferencia internacional sobre «Las religiones y los Objetivos del Desarrollo Sostenible: Escuchar el clamor de la tierra y de los pobres»[ii], convocada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, celebrada en el Aula nueva del Sínodo del Vaticano del 7 al 10 de marzo de 2019. En las palabras que Francisco dirigió a los asistentes a la conferencia dijo: “La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, aprobados por más de 190 naciones en septiembre de 2015, fueron un gran paso adelante para el diálogo mundial, a la enseña de una necesaria «nueva solidaridad universal» (Enc. Laudato Si ‘, 14) . Diferentes tradiciones religiosas, incluida la católica, han abrazado los objetivos del desarrollo sostenible porque son el resultado de procesos participativos globales que, por un lado, reflejan los valores de las personas y, por el otro, se sustentan en una visión integral del desarrollo”. …/… “Queridos hermanos y hermanas, hoy, después de tres años y medio desde la adopción de los objetivos del desarrollo sostenible, debemos darnos cuenta aún más claramente de la importancia de acelerar y adaptar nuestras acciones para responder adecuadamente al clamor de la tierra y al clamor de los pobres (Ver Enc. Laudato Si ‘,49): están vinculados”[iii].
No cabe duda de que el signo de los tiempos es la preocupación por un Planeta Tierra del que formamos parte y de una Ecología integral que busca la equidad y que quiere dejar a un lado la “práctica del descarte”. De este signo de los tiempos, la Agenda 2030 es una cristalización concreta que nosotros, como católicos, hemos de asumir como plataforma de diálogo y marco para el trabajo común con otras organizaciones religiosas o no.
2.    Las cosas pueden cambiar
El 1 de enero de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, 26 naciones firman la Declaración de las Naciones Unidas con el compromiso de ir unidos contra las potencias de El Eje. Terminada la II Guerra Mundial, el 26 de junio de 1945 firman la Carta de las Naciones Unidas los representantes de 50 países. El 24 de octubre de 1945 se terminó el proceso de ratificación de la Carta y se creaba oficialmente en San Francisco la Organización de las Naciones Unidas; para entonces ya eran 5, los países fundadores.
El mundo había vivido la terrible realidad de la Gran Guerra, la I Guerra Mundial y acaba de vivir los horrores de la II Guerra mundial; esta pesadilla en dos actos terminó el 8 de mayo de 1945 con la rendición de la Alemania nazi. En los finales de la segunda contienda se comenzó a buscar una organización que superase a la Sociedad de Naciones, que asegurase no llegar a confrontaciones globales de tal calibre y que comenzase a preparar un nuevo escenario entre naciones. Las dos guerras mundiales supusieron la experiencia de horror humano que nunca más se quería volver a vivir y la creación de un nuevo orden mundial en el que había que dar nacimiento y acompañar a un gran número de nuevas naciones nacidas de la descolonización.
La tercera asamblea general de la Naciones Unidas, desarrollada en París vio nacer el 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ninguno de los 56 países miembros de la ONU votó en contra del texto, aunque Sudáfrica, Arabia Saudí y la Unión Soviética se abstuvieron. Desde aquellos momentos fundacionales mucho ha sucedido y la ONU ha tenido que mediar en muchos conflictos distintos. Podríamos decir que en el ADN de la ONU está la búsqueda del entendimiento entre países, la salvaguarda de los Derechos de los seres humanos y los países y la creación, con el tiempo, de una humanidad en paz mucho mas coordinada y respetuosa de las identidades legítimas. De los 51 países fundadores hemos pasado, en la actualidad, a 193 países. Ciudad del Vaticano está en condición de observador por decisión propia, con el fin de conservar una independencia de criterio no ligada a cuestiones políticas.
¡Quién iba a pensar a principios del siglo XX que se pudiese crear un organismo internacional en el que estuviesen representados todos los países del mundo con el fin de dialogar! El ADN de las Naciones Unidas ha llevado a esta organización no sólo a evitar los conflictos, sino a buscar formas positivas y creativas para conformar un nuevo tipo de relaciones internacionales. Si en 1948 se firma la Carta de los Derechos Humanos, pasados los años, pero con espíritu semejante, en septiembre de 2015 se firma la Carta de los Derechos del Mundo o de la Casa Común que diría el Papa Francisco. Ciertamente si quisiéramos hacer un elenco del Sistema de Valores que busca la ONU tendríamos que sumar, a los Derechos Humanos, esta carta de derechos colectivos de la humanidad y de la tierra que se llama Agenda 2030.



[i] PAPA FRANCISCO. Intervención en la 70 Asamblea general de las Naciones Unidas. Nueva York, 25 de septiembre de 2015.
[ii] https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2019/03/05/cla.html
[iii] PAPA FRANCISCO. Audiencia a los participantes en la Conferencia Internacional «Las religiones y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): escuchar el clamor de la tierra y los pobres». Ciudad del Vaticano. 8 de marzo de 2019. (Consultado en Marzo 2019)

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