Reconstruyendo la Memoria en El Atrato, Colombia. ODS 10, 16
Anselmus Baru, CMF
Misionero Claretiano, Provincia Colombia Venezuela
Reconstrucción de la Memoria
El pasado 9 de abril, el sábado antes del Domingo de Ramos, un grupo de personas llenaron la iglesia Nuestra Señora del Carmen (Riosucio, Bajo Atrato), para conmemorar a sus seres queridos desaparecidos en medio del conflicto y de los estragos de la guerra acaecidos en el Chocó. Fue un acto de resistencia y memoria organizado por los misioneros claretianos, la comunidad, la Asociación Canto a Nuestros Ancestros (iniciativa de la Proclade ColVen), la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos y otras organizaciones étnico territoriales.
Desde el año 2019, el equipo misionero de la parroquia, liderado por el hermano Marcial Gamboa Valencia (CMF) de la mano con el equipo de la Proclade ColVen del Bajo Atrato, ha dado espacio e impulso a esta iniciativa como una respuesta pastoral y organizativa ante la situación. El trauma de muchas personas y familias sigue siendo palpable ante la realidad de la desaparición forzoda de sus seres queridos. Esta iniciativa no es coyuntural. Responde a los procesos organizativos, humanitarios y de acompañamiento psicosocial a las comunidades del Bajo y Medio Atrato chocoano.
El trabajo no ha sido complejo. El miedo como una emoción que advierte el peligro y precisa el cuidado personal y colectivo, sigue permeando las voces y los silencios de las víctimas, pero que reivindica la lucha pacífica y comunitaria contra el olvido. Según informaciones recogidas entre los mismos habitantes, hasta el día 9 de abril de 2022, los desaparecidos entre Riosucio y Curbaradó, son alrededor 180 personas. Sin embargo, los datos que están registrados en la Cartografía de la Desaparición Forzada en Colombia de Human Rights, se contabilizan al menos 554 personas dadas por desaparecidas entre los dos municipios del Bajo Atrato.
En torno a la recuperación de la memoria del duelo, a principios del año 2020, en el marco de la conmemoración de la XXXIII Semana por la Paz, los claretianos y varios miembros de familias recogieron fotos de las personas dadas por desaparecidas, las imprimieron en pendones y las colgaron en la puerta de la iglesia, como una acción afirmativa de paz por la memoria y la resistencia. Esta estrategia, cargada de símbolos, testimonios y experiencias, como una forma de sobreponerse al pesimismo y aunarse en la recordación de los seres queridos, quiso y quiere contribuir a la visibilización ante la sociedad, la deuda que tienen todos los implicados, en especial, el Estado colombiano, con la búsqueda y devolución de los desaparecidos, la verdad, reparación, no repetición de estos hechos de lesa humanidad.
Un año después, en el 2021, junto con Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, junto con los misioneros claretiano y la Proclade ColVen, generaron un ejercicio colectivo que consistió en que las familias y amigos de los desaparecidos contaran, escribieran y enmarcaran un retrato de la persona desaparecida. Es una forma de crear espacios para que las familias, las comunidades y las organizaciones hablen, se reconozcan y aviven la memoria de sueños, resistencia y resiliencia que legaron sus desaparecidos, pero también, de los que siguen en pie por la búsqueda, la verdad y la reconciliación. Este trabajo, logró reunir diferentes familias y sus narraciones, las cuales fueron recogidas en 30 cuadernos, y que dio fruto en un producto colectivo, titulado “Rostros que caminan”[1].
Este ejercicio posibilita y promueve construir la memoria, la ‘memoria del duelo’, que, en palabras de Francisco Ortega, el duelo y la melancolía, son modos dialecticos a través de los cuales reconocemos la pérdida constitutiva de todo sujeto. Además, la melancolía y el duelo, proponen una nueva relación con lo que se pierde, “generan [de esa manera] una política del duelo que puede ser activa en vez de nostalgia, abundante en vez de carente, social en vez de solipsista, militante en vez de reaccionaria” (Ortega, 2004, 116).
El proceso de la búsqueda de los restos desaparecidos es un proceso largo. En muchos casos, las iniciativas del Estado, no llena las expectativas de las familias. Sienten no avanzar, pese a que los familiares de las víctimas, ya han detectado y encontrado cementerios clandestinos en donde podrían estar los restos de muchos de sus desaparecidos. En el fondo, excavar no es solo hurgar la tierra, sino desenterrar la verdad, la vida que les fue robada, que les fue asesinada; en el fondo excavar y encontrar los restos de sus amados, es continuar el duelo, cultivar resiliencia, para desenmascarar a los responsables, exigirles contar la verdad, ponerlos a disposición de la justicia social, y empezar a reparar, quizá, lo irreparable.
De la memoria a la resistencia
“La memoria no puede ser como espina que se
clava nuevamente en la herida abierta y palpitante,
ni semilla del odio, ni atadura, ni nostalgia sombría…
la memoria es como agua; agua que corre y
deja huella, al tiempo que limpia y
alimenta la tierra para que nazcan nuevos frutos”.[2]
En medio de la realidad chocoana, especialmente del pueblo de Riosucio, mirando los rostros de las familias desaparecidas, se percibe en lo hondo de sus corazones el duelo profundo por la pérdida de su ser querido, producto de una desaparición forzada.
Estos procesos de acompañamiento de las víctimas y el ejercicio de la recuperación de la memoria a través de recolección de los datos y las narraciones de las familias de las víctimas, nos permite ver la importancia de la relación entre la vida de un grupo, el lugar donde están tejiendo su vida y su cultura misma en relación con sus familiares desaparecidos, ya que el lugar de la memoria siempre está relacionado con el espacio, el tiempo y la vida de la persona o de un grupo; o en palabras de Maurice Halbwachs, “es en la sociedad donde normalmente el hombre adquiere sus recuerdos. Es allí donde los evoca, los reconoce y los localiza” (Halbwachs, 2004, 8).
Con ello, la memoria, y en este sentido, la memoria del duelo, es uno de los elementos y herramientas de la resistencia contra la cultura de la muerte, haciendo uso de la no-violencia para recuperar la justicia. Así entonces se convierten en la resistencia civil no violencia para derrotar a la guerra sin la violencia.
Anselmus Baru, CMF
Bibliografía
AAVV, Voces de Memoria y dignidad, La dimensión simbólica para la reparación integral, Grupo de Trabajo Pro Reparación Integral, Colombia, 2006, 60 p.
CAICEDO, L., MANRIQUE, D., MILLÁN, D. y otros, Desplazamiento y retorno. Balance de una política pública. Libro 2. Espirales del desplazamiento. El retorno a Bojayá, Chocó. Textos de Aquí y ahora. Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos. Bogotá, 2006, 102 p.
EL ESPECTADOR, Recuperado de: https://www.elespectador.com/colombia-20/jep-y-desaparecidos/los-libros-de-la-memoria-en-el-bajo-atrato-article/, fecha de acceso, 22 de mayo de 2022.
EL TIEMPO, Recuperado de: https://www.eltiempo.com/justicia/paz-y-derechos-humanos/cuantos-desaparecidos-ha-dejado-el-conflicto-en-colombia-cifras-y-datos-637170, 06 de diciembre 2021, fecha de acceso, 12 de mayo de 2022.
ENCUENTRO NACIONAL DE DESPLAZADOS. (2º: 2002, Bogotá). Memorias del II Encuentro Nacional de Desplazados. Bogotá, Antropos, 2003, 125 p.
HALBWACHS, M. Los Marcos Sociales de la Memoria. Antrophos Editorial, Barcelona, 2004, 431 p.
ORTEGA, Francisco, A.., La ética de la historia: Una Imposible Memoria de lo que Olvida, en Revista de Psicoanálisis, Desde el Jardín de Freud, Memoria, Olvido, Perdón, Venganza, Universidad Nacional, 119 p.
[1] Cf https://www.elespectador.com/colombia-20/jep-y-desaparecidos/los-libros-de-la-memoria-en-el-bajo-atrato-article/, fecha de acceso, 22 de mayo de 2022
[2] AAVV, Voces de Memoria y dignidad, La dimensión simbólica para la reparación integral, Grupo de Trabajo Pro Reparación Integral, Colombia, 2006, p. 16.
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