Polonia. En medio de la gran llanura centroeuropea
Michał Serwiński CMF
Provincia Claretiana de Polonia
Maestro de teología bíblica
Capellán académico de WAWRZYNY en Wrocław.
Cada manifestación de falta de paz y desafío a la reconciliación tiene causas y circunstancias específicas. La parte de Europa en la que se encuentra la Provincia Polaca de los Misioneros Claretianos está bastante herida y dividida.
- Causas de la desunión
Los conflictos de los siglos XX y XXI tuvieron un impacto significativo en la actitud mutua de las sociedades de esta parte de Europa. La violencia, las violaciones, las agresiones y el uso injustificado de la fuerza han provocado profundas divisiones. Polonia, bajo el dominio de los invasores, y bajo la ocupación durante la Primera Guerra Mundial, sufrió diversas represiones por parte de los ocupantes. En la partición prusiana se aplicaban castigos corporales a los niños que hablaban polaco en la escuela. Un acontecimiento famoso que hay que mencionar es la huelga de niños polacos en Września durante el curso escolar 1901/1902. Fueron castigados por los profesores y la policía porque se negaron a hablar en alemán en las clases de religión. Fue similar a la partición rusa, donde se luchaba contra el catolicismo. El idioma ruso era obligatorio en las oficinas, las escuelas, los nombres y las publicaciones impresas.
La historia posterior de nuestra parte de Europa, marcada por la violencia de la Primera Guerra Mundial, no reparó las divisiones entre las naciones, sino que profundizó la división existente. La Primera Guerra Mundial condujo a la recuperación de la independencia de muchos países y a la creación de otros completamente nuevos. Un ejemplo de ello es Polonia, que apareció en el mapa de Europa tras 123 años de inexistencia formal. Desgraciadamente, no todos sus vecinos reconocieron las nuevas fronteras y ello provocó nuevas tensiones entre los países de Europa Central. El estallido de la Segunda Guerra Mundial confirmó los antagonismos existentes.
La invasión de Ucrania que comenzó el 24 de febrero de 2022 por parte de la Federación Rusa es una escalada de la guerra que se desarrolla desde 2014. Es una imagen contemporánea de las heridas en curso en las naciones de esta parte de Europa.
Los siglos XX y XXI resultaron ser un período de persecuciones y guerras nacionales, cuya crueldad era hasta ahora desconocida por el hombre. Este tiempo ha experimentado dolorosamente toda la humanidad, escribiendo para siempre huellas sangrientas en las páginas de su historia. Muchas personas murieron durante este tiempo, y es necesario que pase mucho tiempo para olvidarlo.
- La sabiduría del pasado
Las dolorosas heridas del pasado fueron tocadas por el poder curativo del perdón en una carta de los obispos polacos a los alemanes. La carta, más tarde llamada el mensaje, fue firmada por los obispos polacos, incluidos los cardenales Stefan Wyszyński y Karol Wojtyła, el 18 de noviembre de 1965, durante la sesión del Concilio Vaticano II. Se considera una de las etapas más importantes de la reconciliación polaco-alemana tras la Segunda Guerra Mundial. De la carta procede la cita: «Perdonamos y pedimos perdón» [literalmente: concedemos y pedimos perdón]. En una carta escrita en alemán por el arzobispo Kominka, se resumía la historia de Polonia, destacando los lados oscuros y brillantes de las relaciones polaco-alemanas.
Basándonos en la experiencia anterior de la Iglesia en el proceso de reconciliación polaco-alemán, debemos recordar que la reconciliación no es sólo una disposición en los artículos individuales del acuerdo. La reconciliación es ante todo un trabajo conjunto de las personas que la llevan a cabo, incluidos los más jóvenes.
- Los desafíos actuales en el camino de la reconciliación
Una tarea importante de la Iglesia y de nuestra Congregación que actúa en esta parte de Europa es llevar el diálogo común «a la mesa de uno». La escucha es el primer paso para conocerse, comprenderse mejor y aceptarse mutuamente. La reconciliación es ante todo respeto mutuo. Es la conciencia de la sensibilidad. Por eso es importante conocer a la otra parte y buscar la comprensión. Vale la pena deshacerse de simplificaciones y estereotipos perjudiciales -siempre perjudiciales por naturaleza-; vale la pena aprender la amistad y la empatía.
El segundo fundamento de la reconciliación debe ser siempre la verdad. En la historia común y en el presente no puede haber lugar para los espacios en blanco, los tabúes o cualquier falsedad. Las buenas relaciones requieren el conocimiento mutuo, el respeto y la verdad. No son posibles sin honestidad. Incluso la dura verdad es mejor que la hipocresía y la mentira.
El tercer paso es ver la riqueza en la diversidad histórica en la que se ha plasmado la fe cristiana. Es la puesta en marcha de proyectos y actividades comunes en los distintos países por parte de las comunidades eclesiales que operan en ellos.
Michał Serwiński CMF
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