Emilia Sena
Coordinadora SOMI- MICLA
Le hemos solicitado al P. Félix de Lama cmf, quién vive hace 46 años con el Pueblo Originario Guna, que nos comparta su experiencia y aprendizaje en relación a la cultura y a las mujeres del Pueblo Guna, inserto entre los pobres y los distintos. El P. Félix cmf nos hace llegar la otra palabra, hablada y expresada desde la sabiduría, cultura y cosmovisión de una comunidad originaria que cuida de la Creación desde una relacionamiento respetuoso, que se revela como Palabra de Dios, tesoro del Reino:
“Me piden que hable algo sobre las mujeres de los pueblos indígenas. Es cierto que hay una historia de despojo, explotación, exclusión, exterminio y de lucha y resistencia que los une, y que no hay que olvidar. Pero, no podemos ignorar la particularidad y diversidad de cada pueblo, y el derecho a definirse desde su propia identidad. Los pueblos originarios en su pluralidad constituyen una riqueza de culturas.
Por eso, voy a limitarme a hablar del pueblo guna. Y algo que destaca en la cultura guna es la dualidad que lo atraviesa todo. “Abirgunagwuaranmarnoniggi”, “venimos en pareja”. Una dualidad presente ya en la misma realidad de Dios: BabaDummad (Padre Grande), Nana Dummad(Madre Grande). Baba y Nana mencionados siempre unidos: Baba hizo, Nana hizo; Baba sintió, Nana sintió…
Una dualidad presente en toda la vida. La familia guna tiene dos casas, una para dormir y otra para cocinar. Los postes de las casas siempre son dobles.Si te regalan mangos siempre serán pares, 2, 4, 6…
Por otra parte, la familia guna es una familia matrilocal. El novio va a la casa de la novia. Por eso, tradicionalmente, se prefería tener hijas, porque estas traerían mano de obra masculina a la casa. Además, la herencia es por línea de la mujer. La mujer es la que hereda las fincas y terrenos. Por eso, si un varón es rechazado por su esposa, regresa a la casa de sus padres solo con su hamaca y su ropa.
Además, son solo las mujeres las que tienen fiestas rituales en distintos momentos de la vida. Los varones no tienen ninguna.
La división del trabajo quedaba marcada por el lugar del trabajo. El lugar de los varones era el campo y el mar, el de las mujeres la comunidad. De tal manera que desde el momento que el varón llega del monte o de pescar y amarra el cayuco, queda en manos de la mujer que dispone de los alimentos y productos a su discreción.
No cabe duda de que la mujer tiene un lugar destacado en la sociedad guna, desde la perspectiva de su cosmovisión. Pero en la realidad, no siempre ha sido tan sencillo.
Cuando, en las primeras décadas del siglo XX, entró la escuela, la escolarización de las niñas fue muy lenta. Y cuando fue necesario viajar a otra comunidad o a la ciudad para continuar la educación secundaria, a las niñas les resultó mucho más difícil hacerlo. Todo este proceso produjo un claro desequilibrio del papel de la mujer en la sociedad. Con todo, ya en las primeras décadas, hubo un buen número de muchachas que se graduaron de maestras.
Pero, hay que destacar que a pesar de la cierta pasividad en que cae la mujer guna a nivel sociopolítico, a nivel económico comienza a sobresalir. Gracias al turismo y a la artesanía, a partir de la década de los 70, la mujer guna comienza a tener unos ingresos monetarios que el varón no tiene. Y será la mujer la que se responsabiliza en la compra de los útiles escolares, de la compra de los medicamentos, compra del kerosene, etc.
En la década de los 80, la misión católica programó una serie de encuentros con los sabios gunas para iniciar un diálogo intercultural e interreligioso. En muchos de estos encuentros participaron mujeres. En ellos, los ancianos cantaban e interpretaban los grandes relatos de las grandes abuelas y madres de la historia del pueblo guna y se releían desde la realidad actual que vivía el pueblo y la mujer. El descubrimiento, por parte de las mujeres, de esas grandes abuelas, constructoras de cultura, luchadoras y defensoras del territorio y de la comunidad, abrió sin límites sus ojos y su conciencia. Escuchar de boca de los ancianos, por ejemplo, las palabras que la abuela Nagegiryai dirigió a los nergan varones, no podía ser sino tremendamente motivador: “ Olonagegiryai decía a los grandes nelegan que corrompían al pueblo viviendo con varias mujeres:
– Nelegan, ustedes se han desviado del camino recto que exige el pueblo a sus dirigentes. Ustedes están tomando varias mujeres por esposas y haciendo sufrir a los más débiles y a los enfermos que llegan donde ustedes para recibir el mensaje de Baba, el mensaje de Nana. Yo soy una mujer, ¿y acaso ustedes son más que yo y más que todos, para dominar y tener cuantas mujeres quieran? ¿Acaso las mujeres somos menos que ustedes? ¿Y en qué me ganan ustedes para dirigir al pueblo? Ustedes, autoridades de esta comunidad, están dando mal ejemplo a los que quieren seguir el Bab’Igala. Ustedes se han desviado por el mal camino, y ya no pueden hablar de Baba al pueblo: sus palabras salen manchadas”.
De aquí se generó un proceso organizativo de la mujer, en el que fue adquiriendo un papel más activo y participativo en toda la vida del pueblo guna. No podemos dejar de mencionar el proyecto que hubo, en los años 90, de instalar una base naval en el corazón del territorio. Si el proyecto fracasó fue por la firme resistencia de la organización de mujeres gunas”.
El padre Félix nos hace llegar algunos testimonios de mujeres de este querido pueblo originario:
Briseida Iglesias, asesora y del comité de educación del Congreso General de la Cultura Guna:
“Yo pienso que desde la vida y la cultura guna en la época de nuestras abuelas, la mujer guna como madre, esposa, compañera ha estado siempre presente en la evolución de nuestra historia. Nuestra historia está llena de valerosas mujeres que han ayudado al desarrollo y mantenimiento de nuestra cultura. Ellas marcan la marcha del pueblo guna. Ahora, cuando pasa el tiempo, si voy a cuando yo era niña, crecí con mis abuelas, vi cómo la mujer fue maltratada dentro del hogar, no era maltrato físico, sino maltrato verbal. Porque ellos imponían en el hogar todo lo que tenía que hacer la mujer. Y si no está lista la comida, mi abuelo se pone bravo. Ahí sentí a la mujer como una esclava, sumisa, tímida. Con el tiempo he visto que esto está cambiando. Y veo a las mujeres luchando por tener voz y voto dentro de cada comunidad. El papel de la mujer es importante. Yo digo que la mujer es privilegiada en la sociedad, por eso los abuelos celebraban la pubertad. En un momento nos quedamos sin voz ni voto. Pero la lucha de la mujer ha sido muy dura. Y recuerdo la lucha de las mujeres contra la imposición de la base naval.
Ahora sí tenemos participación y voz activa en nuestros Congresos tradicionales. En esto hemos avanzado, pero todavía falta mucho. Por ejemplo, los 6 caciques son varones. Cuando hacen gira van ellos solos. ¿Y dónde está la mujer?.”
Sonia Enríquez, coordinadora de las mujeres gunas y excoordinadora de CONAMUIP (Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas):
“La mujer guna, desde la historia, ha sido pilar fundamental en la historia del pueblo. Pero, en su momento, la mujer ha sido más pasiva. Ha participado, principalmente, en las actividades sociales de cada comunidad. Pero, en la década de los 90, la mujer sintió el reto de ser partícipe y más activa en poder dar sus aportes. La mujer guna empezó a visibilizarse y a ser escuchada más. Durante este tiempo, mujeres llegaron a ocupar la dirección administrativa en varias comunidades.Y se comenzó a participar dentro del Congreso General Guna y del Congreso General de la Cultura Guna en mayor número y más activas, planteando su posición en los distintos puntos que se discuten. Hoy se siente más la presencia activa de la mujer a nivel personal y organizativo. Todavía sigue el reto y desafío para seguir ocupando más espacios de participación.
Estos logros alcanzados por las mujeres, no son solo logros de las mujeres, sino un logro para pueblo, verlo desde la colectividad, desde la unidad del pueblo, porque como se nos dice en nuestra historia, la mujer guna es la complementariedad, es un pilar, es un brazo del pueblo guna”.
Loys Paniza:
Podemos decir que, en estas últimas décadas, la mujer guna se ha hecho visible en los Congresos Generales y en los de la Cultura, presencia visible, no de compañía, sino de aporte por su valor que tienen. Porque sin ellas la cultura guna muere. Asimismo, en las asambleas locales de sus propias comunidades, y comisiones en las tomas de decisiones de los problemas de cada comunidad. Por eso, son escogidas como delegadas oficiales para representar a sus pueblos en los Congresos Generales.
Lo que impulsó todo este movimiento de participación fue la creación de la organización de mujeres gunas, a nivel comarcal “Olowaili”, involucrando también a las mujeres gunas que residían en las barriadas de las ciudades de Panamá, Colón y otras asociaciones.
El inicio de esta organización de mujeres es consecuencia de los encuentros generales y, sobre todo, los de mujeres, acompañado por el equipo misionero de Gunayala y el Congreso General de la Cultura Guna. Bien se puede decir como grandes momentos de críticas, autocríticas, análisis de nuestra propia historia, de nuestra vivencia, nuestra identidad, nuestra propia lucha, partiendo de nuestra realidad tal como se vivió, a través de los ritos, mitos, melodías, cantos, danzas, el arte, y cómo vivimos hoy. De un pueblo originario viviendo inmerso en este sistema global.
Podemos señalar como logros: mujeres como autoridad en sus propios pueblos, llamándose “sailas”, el aumento de las mujeres en los Congresos Generales, máxima autoridad del pueblo guna, la presencia de la mujer en puestos gubernamentales, como en la intendencia, como gobernadora; en la asamblea nacional, como diputada.
Pero todavía nos queda mucho, trabajo con la niñez, con la juventud, en la educación bilingüe e intercultural. Hacer conocer nuestra espiritualidad, y fortalecer nuestra lengua materna. Conocimiento de nuestra propia historia en todos los campos, arte, canto, danza, lenguajes simbólicos. Querer a la Madre Tierra, solidaridad con el ecosistema natural”.
Agradecemos a estas valiosas mujeres de comunidad guna que nos han compartido su testimonio y sus luchas. En su particularidad y originalidad, comparten con las mujeres del mundo las entregas y luchas por el cuidado de la vida y la transmisión de una cultura de buen vivir. Ellas también luchan por el reconocimiento de su dignidad y su participación como lideresas en su Pueblo y Cultura, testimonio de vida y de fe.
Gracias al P. Félix Lama por su testimonio de vida acompañando la vida y las luchas de este pueblo originario.
Emilia Sena
Coordinadora SOMI- MICLA
0 comentarios