Iniciativas de Paz y Reconciliación desde el País Vasco I
Palabra que siembra Paz
Aitor Kamiruaga Mieza, cmf.
Director General del Colegio Claret Larraona
“La paz es un bien tal, que no se puede desear otro mejor, ni poseer otro más útil”, escribió san Agustín en su famosa obra De civitate Dei. Sin embargo, la sociedad actual sigue afanándose en la búsqueda de los caminos que aseguren este bien tan maravilloso. Tantos siglos de historia de la humanidad vienen a confirmar que el ser humano ha pasado grandes momentos sumido en la lucha violenta, sin conseguir que esta realidad tan ansiada llegue a ser una constante en su experiencia vital. Sin embargo, esa misma historia nos muestra que la humanidad también ha sabido experimentar momentos maravillosos, donde la paz tornaba de sueño en realidad.
Haber nacido a finales de los años 60 en cualquier pueblo del País Vasco significa no conocer más que la historia violenta que arrastra hacia la frustración las mejores expectativas de una sociedad que quiere construir su futuro en paz. Los atentados mortales, los secuestros más o menos prolongados, el impuesto revolucionario, la violencia callejera, y tantas realidades dolorosas nos han enseñado, casi inadvertidamente, a no confiar en nadie ni en nada. El derrotismo y la desesperanza han ocupado cotas altas en nuestra formación, invitándonos a un desinterés por aquello que constituye el desarrollo integral de la sociedad: el bien común a través de la realización plena e íntegra de todos los ciudadanos del País Vasco.
Durante sus sesenta años de historia, entre 1958 y 2018, la organización ETA-Euskadi Ta Askatasuna (País Vasco y Libertad) sembró de terror todo el estado español, y en especial el País Vasco y Navarra, donde se sucedieron la mayor parte de sus atentados, secuestros, manifestaciones violentas, extorsiones económicas llamadas “impuestos revolucionarios”… ETA se definía como una organización que proclamaba la independencia nacionalista de Euskal Herria (País Vasco y Navarra), con carácter socialista y revolucionario. Su brutalidad arroja un total de 864 personas asesinadas, siendo la gran mayoría de sus atentados entre la década de 1970 y la de 1990.
No queriendo caer en la visión negativa de las circunstancias que hemos heredado de nuestros mayores, podemos encontrar numerosas voces que se han alzado en la sociedad vasca para condenar la violencia generalizada y para construir los caminos que nos alcancen una convivencia pacífica y pacificadora. No han faltado propuestas de compromiso social en orden a que el esfuerzo común de todas las personas nos haga edificar una paz para toda la humanidad.
Los Obispos de País Vasco y Navarra han ofrecido un material abundante y sistemático para la reflexión y el crecimiento no sólo de los que se declaran fieles cristianos. Preocupados por las circunstancias sociales han querido llegar a todas las conciencias, también a las de aquellos que libre y voluntariamente han decido apartarse de la Iglesia. Sabemos que su magisterio ha sido seguido atentamente por todas aquellas conciencias que quieren crecer en la realización de su vida personal y social.
Los Misioneros Claretianos, desde las distintas plataformas evangelizadoras, hemos apostado por una educación en favor de la paz. En nuestros centros educativos, a lo largo de los años de mayor violencia, surgieron los llamados “talleres de la paz”: grupos de jóvenes que, a la luz de los distintos escritos que iban surgiendo, reflexionaban y oraban en torno a la construcción de la paz en nuestra sociedad, comenzando por favorecer una convivencia pacífica en el mismo centro.
Estos grupos, junto con los responsables de pastoral de los centros, eran quienes dinamizaban las acciones propias que cada año se desarrollaban para todas las etapas educativas en la llamada Campaña de la paz, que se realizaba a lo largo del mes de enero. Esta campaña tenía su momento culmen con la celebración de un gesto por la paz, en el que todo el alumnado del centro, junto con el personal y las familias que querían asistir, se manifestaban pacíficamente en el patio. Gesto que se sigue manteniendo porque la campaña por la paz se realiza todos los cursos escolares.
De estos talleres surgieron los gestos por la paz que se realizaban en los patios escolares cuando se sucedía cualquier tipo de atentado violento. En el tiempo de descanso o recreo, el grupo responsable llevaba una pancarta que presidía los cinco minutos de silencio en favor de la paz. En los primeros años, la práctica totalidad de los gestos se desarrollaban ante los atentados violentos de ETA. Posteriormente, otras realidades de violencia fueron congregando al alumnado que quería expresar su deseo de paz.
Por otra parte, en 1986 se creó la plataforma “Gesto por la paz”, en la que confluían grupos y asociaciones de distintas ideologías, que buscaban realizar propuestas concretas en torno a la pacificación en el País Vasco. La comunidad claretiana de nuestro colegio Askartza Claret, de Leioa, en Vizcaya, fue una de las instituciones pertenecientes al movimiento desde sus comienzos.
Una de las acciones más significativas desarrolladas por la plataforma fueron los gestos concretos que se realizaban en los lugares céntricos de todas las poblaciones. Se trataba de reuniones pacíficas en silencio, en torno a los cinco minutos. Eran momentos de mucha tensión, porque frente a este grupo que impulsaba los procesos pacíficos se solían situar otros grupos, pertenecientes al ámbito de la izquierda abertzale (nacionalista) que increpaban con voces e insultos a los grupos pacíficos.
Aitor Kamiruaga Mieza, cmf.
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