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Desigualdades y pobrezas en la pandemia. España. ODS 10, 17

por | Nov 5, 2021 | Europa, Gente, Partners | 0 Comentarios

 

Desigualdades y pobrezas en la pandemia. España

Dr. Juan José López Jiménez

Agente de Cáritas y ArteTerapeuta Gestalt, 

Geógrafo, Gerontólogo e Investigador social


Mientras contemplamos cada día en los noticiarios el vulcanismo de La Palma, y a pesar de que no ha habido víctimas -en gran parte debido a la previsora tecnología que nos envuelve-, las víctimas no mortales del derrumbe de sus hogares son la expresión -una vez más-, de la fragilidad humana. Casas fagocitadas por una lava imparable.

 

En la sociedad de occidente hay ciencia y tecnología, pero también una desigualdad creciente que no sale en los noticiarios, con víctimas mortales arrasadas por oleadas que descuidan y abandonan a las personas. Vidas fagocitadas por una injusticia lacerante.

 

La COVID19 ha venido a mostrar una vez más, una evidencia empírica que constata una regla reiterada de la ciencia humana: cuando vienen las crisis, las pandemias y las catástrofes, los pobres son siempre los más dañados.

 

En la Unión Europea hay dos grandes preocupaciones en torno a la desigualdad social: la desigualdad de ingresos y la desigualdad de oportunidades. La desigualdad de ingresos puede contribuir a la desigualdad de oportunidades, y viceversa. 

En España, la elevada desigualdad de ingresos es el resultado del desempleo, combinado con una distribución desigual de los ingresos procedentes del trabajo y de las rentas. 

 

El aumento del ritmo del cambio tecnológico ha incrementado esta desigualdad de ingresos. Si bien es positivo para el crecimiento económico en general, el progreso tecnológico abre el abanico salarial (“dispersión salarial”) al recompensar las cualificaciones elevadas -en particular en los sectores de alto valor de la economía, como las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Al mismo tiempo, la automatización tiende a desplazar a los trabajadores con niveles de cualificación bajos y medios. Demográficamente, el aumento de la inmigración suele llevar de la mano un aumento de la desigualdad de oportunidades por las limitaciones jurídicas y sociales que se establecen para esta población.

 

La política tiene un papel relevante para romper el círculo de la desventaja social. Desde la educación para la igualdad de oportunidades, o desde el régimen fiscal y las prestaciones sociales para acercarse a la igualdad de ingresos. Sin embargo, la capacidad del régimen fiscal y de las prestaciones para contrarrestar la creciente desigualdad del mercado se ha debilitado a raíz de la crisis económica. Otra fuente de corrección de las desigualdades son los servicios sociales, sanitarios o el transporte, desde donde es posible reducir la brecha social que separa personas, grupos y territorios[1].

 

Históricamente, la desigualdad en España creció desde finales del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, reduciéndose en el periodo de entreguerras. Asciende durante la dictadura y primeros años de la democracia, para descender de nuevo en los años 80, hasta situarse en la media de los países de la OCDE. Más recientemente, la evolución de la desigualdad en Europa ha sido creciente durante la crisis económica, comenzando a descender desde el año 2015 hasta el 2019 -alcanzando niveles del año 2009 (al comienzo de la crisis).  Esto se constata en todos los indicadores de desigualdad de Eurostat de renta y condiciones de vida[2].

 

Sin embargo, todas las estimaciones y estudios apuntan hacia un aumento significativo de la desigualdad a consecuencia de la nueva crisis pandémica. Se vuelve a ahondar en la pobreza y la desigualdad, y la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen va creciendo con fuerza[3].

Según un reciente informe de Cáritas[4] y de la Fundación FOESSA, se constata en España un gran deterioro de las condiciones de vida del conjunto de los hogares a causa de la COVID-19 

 

v    La exclusión social severa afecta a más de 6 millones de personas, un incremento de casi 2 millones con relación a 2018. El espacio de la exclusión social se ha visto aumentado hasta 11 millones de personas con 2,5 millones provenientes de la crisis de la pandemia.

v    Se registra un empeoramiento generalizado de los niveles de integración para el conjunto de la población. Solo 4 de cada 10 hogares alcanza la integración plena, cuando antes de la pandemia eran casi 5.

v    Los más afectados son las familias con menores de edad, sobre todo encabezados por mujeres, y la población de origen inmigrante.

v    Las mayores dificultades se dan en el acceso al empleo y a la vivienda

 

El informe corrobora esa máxima científica: “… la pandemia está golpeando con más fuerza a los que ya eran los perdedores, a los más frágiles, los que ya tenían dificultades para mantenerse a flote, a los que no ha llegado el escudo social, ni tenían ya el soporte de los mecanismos de protección propios, desgastados en la crisis anterior de 2008.”

 

Tres elementos emergen en esta nueva crisis:

 

â    Un aspecto diferencial es que la pandemia está erosionando con fuerza la calidad de las relaciones en los hogares, al duplicarse el número de estos cuyo clima de convivencia muestra dificultades serias. El conflicto social, la dimensión que mide la calidad de las relaciones dentro de los hogares, ha pasado de afectar a un 5% de los hogares en 2018 a casi un 10% en 2021.

â    El informe identifica también un nuevo motor de exclusión social y desigualdad, la brecha digital, que afecta al 35% de los hogares, y que se ceba especialmente en los hogares en situación de exclusión, llegando al 46%.

â    Esta crisis a visibilizado una constante de fondo de nuestra sociedad, la enfermedad mental. Muchas personas sufren estrés, ansiedad o una fatiga vital que no pueden abordarse solo desde una perspectiva individual, o tratando solamente los síntomas de una enfermedad a base de fármacos. Es necesaria una perspectiva global del entorno social y los factores contextuales que afectan nuestra salud mental, con un sistema público de salud reforzado y comunitario.

A pesar del esfuerzo político por implantar un Ingreso Mínimo Vital (IMV), sólo el 18,6% de los solicitantes en situación de pobreza severa lo está cobrando, o lo tiene concedido. Sin el IMV, el impacto hubiera sido aún peor, pero es claramente insuficiente, y hace falta mejorar la cobertura y protección de este ingreso, y caminar hacia un sistema de garantía de rentas que proteja y que reduzca la desigualdad social.

 

Las crisis acentúan la pobreza y la desigualdad, afectando más extensa e intensamente a los más desfavorecidos. No podemos permitir que esta nueva crisis socave aún más el proceso de desvinculación de un porcentaje importante de la población y la expulse de la sociedad. La desigualdad amenaza el crecimiento de un país, ningunea la justicia social y deshumaniza a las personas.

 

Como indica Francisco Javier, “las desigualdades no forman parte de la naturaleza humana, no son constitutivas de nuestra realidad como personas… tienen causas estructurales”, y están relacionadas con el uso del poder desde los intereses particulares, por encima del bien común[5] (JIMÉNEZ; 2021). “Más grave aún es el hecho de que se justifiquen”, asumiendo como normal que haya personas que queden fuera de la sociedad (excluidos).

 

La semilla de la desigualdad futura se ha vuelto a sembrar una vez más en tiempo de crisis. Es el momento de darnos cuenta del riesgo de deshumanización, de los peligros “D” desvinculación, dispersión, desconexión, dependencia y desigualdad, y pasar a la acción con un movimiento contrario a estas inercias, con la “C” del cuidado integral (físico y mental), la compasión, las capacidades acompañadas, la comunidad como agente de integración y con una ciudadanía, activa y participativa para construir un mundo mejor, que siempre será posible.

 

Dr. Juan José López Jiménez

Agente de Cáritas y ArteTerapeuta Gestalt, 

Geógrafo, Gerontólogo e Investigador social


[1] Recientemente observamos la reivindicación de la Coordinadora de la España vaciada reclamando el Plan 100/30/30: velocidad mínima de internet a 100MB, a 30 minutos de los servicios más básicos -sanitarios, educativos, sociales, de seguridad ciudadana-, y a 30 km de la vía de transporte de alta capacidad.  https://www.coceder.org/la-espana-vaciada-exige-equilibrio-territorial-con-el-plan-100-30-30-en-el-yo-paro-por-mi-pueblo-del-2-de-octubre/

[2] Coeficiente de Gini, quintil 80/20, o distribución de ingresos.

[3] La última memoria del Comité Económico y Social habla de “cicatrices sociales profundas”. También el Centro de Estudios Monetarios y Financieros y el Banco de España señalan en esta dirección. El Monitor de la desigualdad de Caixabank Research muestra además, una tendencia donde la intensidad del impacto de la crisis pandémica disminuye a medida que subes en la escala salarial: https://inequality-tracker.caixabankresearch.com/ .

[4] Sociedad expulsada y derecho a IngresosAnálisis y Perspectivas 2021 https://www.caritas.es/main-files/uploads/2021/10/analisis-y-persectivas-2021.pdf

[5] JIMÉNEZ GÓMEZ, Francisco Javier (2021): Filosofía de la transformación social. Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo, Diócesis de Málaga. 62 págs.

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