Desde el terreno. Trabajando con aborígenes: Los Amis. Taiwan
Arturo Morales, cmf. Taiwán.
Una de las características de un país son sus cementerios y en Taipéi es característico encontrarse con cementerios de características budistas pero, al viajar al sud-este, llegando a la zona de los pueblos originarios, de repente todo cambia: me parece volver a casa porque los cementerios están llenos de cruces, el signo innegable del cristianismo.
A pesar de que los primeros cristianos llegaron en el siglo XVII donde los misioneros estuvieron sólo un par de décadas, el cristianismo entró al término del período japonés (1945) cuando las fuerzas nacionalistas chinas se refugiaron en Taiwán escapando de los comunistas, donde llegaron miles de misioneros que expandieron el cristianismo en la isla, especialmente en los pueblos originarios en donde ingresó muy fácilmente. Una pregunta a contestar es el por qué de ello. ¿Fue el período japonés lo que posibilitó ello? (En el sentido que, vacío de contenido, la estructura religiosa fue llenada rápidamente por el cristianismo). Actualmente se habla de medio millón de población aborigen siendo el 80% cristianos, un 50% protestantes (principalmente Presbiterianos y La Verdadera Iglesia de Jesús) y un 30% católicos (no es un dato menor si se piensa que los pueblos originarios son casi el 50% de los católicos en la isla).
Oficialmente en Taiwán ahora son reconocidas 16 tribus, siendo los Amis la más numerosa. La problemática de ellos es la misma que casi en cualquier lugar del mundo, siendo estigmatizados de borrachos y flojos entre otras cosas (simplemente consecuencia de los procesos de sometimiento, generalmente por parte del estado) pero, introducirse en ellos y su cultura es introducirse en un viaje donde prácticamente todo está relacionado y nadie sobra, donde las relaciones de los hombres entre ellos y con la naturaleza es más importante que la mera mirada económica y eficientista de este mundo moderno neoliberal, donde sus “apodos” son el resultado del proceso de “civilización” a la que han sido sometidos y luego estigmatizados por quedar tirados en el camino convirtiéndose en culpables por no seguir la corriente.
Es interesante constatar el resurgir de todo tipo de expresiones culturales de los pueblos originarios en Taiwán, sus trajes típicos, sus dialectos, sus cantos, sus danzas… abriéndose paso entre lo tradicional, lo que vende y lo moderno. Aunque hay un cierto pesimismo que al final no se logrará rescatar, creo que se debe a la “contaminación” del pensamiento actual de que si no se traduce en beneficio económico, no sirve. ¿De qué sirve aprender Amis, o Tayal o Punong si son muy pocos los que lo hablan y no sirve para incrementar los ingresos? Se han incrementado los esfuerzos del uso de sus respectivos dialectos y hay que agradecer y reconocer el enorme esfuerzo de tantos misioneros que han tratado de unificar un dialecto, “romanizarlo”, permitiendo que se escriba, formalizando una gramática, posibilitando que ahora pueda ser enseñado en las escuelas.
La lengua de Los Amis
La fiesta más importante para los Amis es la ‘Fiesta de la Cosecha’. Era el momento en que el pueblo se reunía no sólo para agradecer a los ‘dioses’ y antepasados sino también, el momento en que los jóvenes recibían su introducción para ser parte ya de los adultos. Días de canto, bailes y ritos donde todos se reunían para agradecer lo pasado y pedir un bendecido nuevo año. De ello queda muy poco; la mayoría de los jóvenes ya no viven en sus pueblos, han migrado a las grandes ciudades por trabajo y/o estudios. Como cada pueblo tiene su fecha para la celebración (julio en Taitong, agosto en Hualien) es difícil conseguir permisos en los trabajos por tanto tiempo para volver a sus pueblos. Actualmente la fiesta dura 3 ó 4 días pero, sigue siendo un momento de reencuentro con la familia, el pueblo, la tribu, la naturaleza y donde el canto y la danza refleja la comunión entre ellos, la naturaleza y Dios, donde uno está en todos y todos en uno. Y en realidad cada tribu tiene sus fiestas y tradiciones que los hace sentir vivos y en comunión con ellos mismos, sus antepasados, la naturaleza y con Dios.
“Estos valores tienen un arraigo muy hondo en las poblaciones aborígenes” (Laudato Si´ 179), nos dice el Papa Francisco, en cuanto al mundo que queremos dejarle a las nuevas generaciones y que hoy día hay una pregunta inevitable frente a la pandemia que estamos viviendo donde una agrupación específica de lípidos y proteínas (que se discute si es vida) que es el virus SARS-CoV-2, ha permitido replantear el sentido y la dirección en que caminamos. Con la caída del comunismo y la expansión triunfante del capitalismo como sistema de vida, pareciera que los parámetros económicos y de bienestar materialista era la meta. Parece que no: el sistema que sea, ha de estar centrada en la persona y su todo, el hombre y la madre tierra; ahí subyace la importancia de la ética y la religión, porque ahora somos capaces aún de autodestruirnos.
Trabajando con los Amis
“Sabemos que hasta ahora la creación entera está gimiendo con dolores de parto” (Rom 8,22) nos dice San Pablo y nuestra causa no es sólo la causa del hombre, es la causa de toda la creación y al tratar de reencauzar la sociedad por el camino de salvaguardar la dignidad del hombre y toda la creación el Papa Francisco nos dice: “las comunidades aborígenes… deben convertirse en los principales interlocutores,…” (Laudato Si´ 146) para comenzar a buscar respuestas en relación al mundo que queremos y soñamos…Siento el profundo canto de la canción Amis más famosa del mundo utilizada por el grupo Enigma, “Volver a la Inocencia” , pero creo que va más allá: hay que volver a la raíz, volver al principio, hacer de este mundo el Edén.
Arturo Morales, cmf. Taiwán.
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