Cumbre climática 2019 Chile. Madrid, 2 al 13 de diciembre. Day 12
Llegamos al penúltimo día de la cumbre. Hoy es día de las reuniones finales antes de la aprobación del documento conclusivo de la COP25, que tendrá lugar mañana. A media mañana tuvimos plenaria presidida por Carolina Schmidt Zaldívar, ministra de Medio ambiente de Chile. La presidenta de la COP25 llamó a la responsabilidad y a la valentía a los negociadores: todos están esperando de nosotros unas conclusiones ambiciosas que supongan un paso adelante significativo para detener el Cambio climático, no podemos decepcionarlos. Por el tono de sus palabras, no parece fácil que la totalidad de los objetivos marcados para esta COP25 puedan ser acorados. ¿Cuál es la situación en estos momentos?
El largo camino comenzado en la cumbre de Río (1998) se ha prolongado a lo largo del tiempo en dos hitos importantes que necesitan mayor concreción: Protocolo de Kioto (1997) y Acuerdo de París (2015). En Kioto se acordó la reducción de C02, Metano, Oxido nitroso y Fluoruros en un 5% entre 2008 y 2018; ellos son los responsables de la reducción de la Capa de Ozono y del calentamiento global. En París se detectó una mejora en la reducción de todos los gases menos en el CO2; el incremento significativo de este gas desde la Revolución industrial se debe, sobre todo, a la utilización de los combustibles fósiles; en París, se acordó reducir la emisión (mitigación), la adaptación de los sistemas biológicos y humanos a un cambio que ya se está dando y la capacidad de resiliencia para recuperarse de las consecuencias del cambio. La constatación científica de la rapidez del cambio climático ha ido haciendo cada vez más imprescindible aceler, incrementar y concretar los contenidos de los dos acuerdos, Kioto y París. La COP25 era el lugar adecuado para realizar estos ajustes y compromisos, antes de la COP26 que se celebrará en Glasgow.
Después de todo lo hablado los días pasados quedan científicamente más que probadas las razones del Cambio climático que implica: el deshielo de los polos, el aumento de temperatura del mar y los desequilibrios significativos en fenómenos meteorológicos extremos. La Revolución industrial, nacida en Europa y en EEUU, y sus formas de obtención de energía a través de los combustibles fósiles, ha sido la responsable de la situación en la que nos encontramos. Con el paso de los años, la ecología centrada en la preservación de especies y ecosistemas significativos ha ido mezclándose inseparablemente con el hombre; de este modo, en la actualidad, hablar de ecología es hablar de todo el sistema presente en la Tierra; el Papa Francisco se referiría a ello como una manera integral de entender la ecología: “Ecología integral”. Pensar en el Cambio climático es pensar en las personas que sufren sequías extremas, inundaciones devastadoras o la desaparición de sus costas o sus islas. Pensar en el Cambio climático es pensar en que los más desvalidos de la humanidad están sufriendo y van a sufrir, como siempre, más que nadie, las consecuencias.
En esta situación hay unas cuantas cosas que están quedando cada vez más claras: la responsabilidad de Occidente en este cambio climático; la necesidad de que los países en desarrollo no sigan este camino equivocado de destrucción. Para cambiar las costumbres productivas de Occidente y lograr unos sistemas de desarrollo legítimo de los países en desarrollo necesitamos un gran esfuerzo. El esfuerzo tiene que ser común y en colaboración; los países de occidente tienen que reconocer su responsabilidad y prestar la ayuda necesaria a los países en desarrollo en esta transformación. Podríamos decir que tenemos que pasar de la Era de la Revolución Industrial a la Era del Desarrollo Sostenible. Pero, si todo esto se ve claro por las manifestaciones de la calle, en la opinión pública y en las negociaciones de la COP. ¿Por qué no hay un impulso más decido? ¿por qué no hay ya un acuerdo?
No se puede decir que no se haya hecho mucho: se está logrando mucho. El consenso entre todos los países del mundo, excepto los líderes con nombres y apellidos de EEUU y Brasil, es claro; el problema es buscar el camino correcto para que la transformación no sea traumática. De estos pasos adelante son claro ejemplo el Pacto Verde Europeo (The European Green Deal), aprobado por el Consejo de Europa ayer día 11 de diciembre; el enorme esfuerzo que está haciendo China para reducir y eliminar los combustibles fósiles y el compromiso de India para ir en el mismo camino. Toda esta transformación implica ingentes cantidades de dinero. Europa, con el Pacto Verde, se compromete a liderar este esfuerzo; es una pena que Donald Trump haya roto con la actitud positiva de Obama en todo este esfuerzo mundial. Este acuerdo entre países está, más o menos logrado, pero se necesita la colaboración de empresas e inversores. Cierto que durante la cumbre COP25 empresarios e inversores de gran importancia se han comprometido con los principios de la Cumbre de París, pero se necesita más claridad. Por un lado, lo que llaman “taxonomía” es decir, definir qué tipo de proyectos y procedimientos se consideran dentro del Pacto Verde y, por otro lado, aclarar cómo van a funcionar los derechos de compra-venta de emisión de CO2 o de O2 que aparecen en el Artículo 6 del Acuerdo de París. Respecto a la taxonomía, la UE se ha comprometido en tenerla lista para febrero de 2020; respecto a cómo se van a pagar los excesos de emisiones de CO2 por las empresas y cómo y a qué precio van a comprar estas empresas las emisiones compensatorias de O2 a los países que lo producen (Brasil y muchos de África), todavía no se sabe; todavía no se ha llegado a un acuerdo. Veremos si el comunicado final de la COP25 nos da buenas noticias.
Miguel Ángel Velasco cmf
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