Cumbre del clima 2019 Chile. Madrid, 2 al 13 de diciembre 2019. Día 11
Hace un año participé en un encuentro en Málaga: “Quorum Global”. A él asistimos representantes de asociaciones y plataformas buscando un mundo distinto y más justo; fuimos más de 300 personas en ese encuentro de dos días. Entre los 300 participantes hubo dos que llamaron la atención desde el primer momento. No aceptaban el concepto ciudadano como sujeto de derecho y obligaciones, por considerarlo una imposición occidental; no aceptaban tampoco la Agenda 2030 por ser algo que provenía de los centros del poder global y, finalmente, no aceptaban la expresión “desarrollo” como algo deseable para todos los países, por estar vinculado al modelo neo-liberal. Recuerdo que, en la última asamblea, había muchas personas preocupadas por pensar que la mayor parte tenía la misma opinión; las cosas se relajaron bastante cuando se vio que sólo unos pocos de los 300, la compartían.
Creo que es importante no caer en el error de pensar que las instituciones no se equivocan y que aquello que deciden, en principio, está bien; si no hubiese crítica interna y externa nunca evolucionarían para mejorar. Pero es importante también reconocer que las instituciones realizan su propio camino de reflexión sobre la realidad que no necesariamente tiene que estar equivocado. Afortunadamente, las instituciones del siglo V antes de Cristo no son las del IV después de Cristo, ni son las que ahora tenemos en el XXI. En el campo de las instituciones internacionales la Sociedad civil, afortunadamente, está teniendo una fuerza y una voz cada vez mayores.
Cuando hablamos de la Agenda 2030, normalmente, no recordamos el título real que tiene este documento; permitidme recordarlo: “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” y tiene, además, un lema que ha venido a ser lugar común constante: “No dejando a nadie atrás”. Después de muchos años de reuniones, cumbres, búsquedas, fracasos y crisis, en 2015 aparece no “Los objetivos del Milenio”, sino algo que quiere ser distinto. La Agenda 2030, elaborada ya en diálogo abierto con la Sociedad civil, tiene un objetivo nada desdeñable: “Transformar el mundo”; no se pretende dar una lista cualquiera de objetivos a cumplir, sino que quiere ofrecerse un horizonte tendencial hacia al que toda la humanidad debiera aspirar; todo para construir un mundo realmente mejor. Aparece también en el título completo de la Agenda un concepto muy importante: “Desarrollo Sostenible”. Si hubiésemos empleado la expresión “desarrollo” en el siglo XIX e incluso en el XX, nos hubiésemos estado refiriendo, casi con toda seguridad, a un aumento del PIB (Producto interior bruto) de un país o al incremento de bienes de consumo. Cuando en 2015 la Agenda, habla de “desarrollo” quiere referirse a un desarrollo integral del ser humano y de los grupos sociales. La segunda palabra, sostenible, tiene mucho que ver con lo que estamos tratando el la COP25; a esas alturas del siglo XXI se veía, con toda claridad, que el tipo de desarrollo comenzado en la Era industrial (Primera Revolución industrial, finales del XVIII) no tenía futuro y llevaba a la humanidad a un callejón sin salida. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible quiere proponer una “transformación del mundo” que tenga en cuenta: Planeta, Personas, Progreso, Paz y Colaboración.
Volvemos a nuestra COP25 mirando hacia dentro de la Cumbre del Clima y a nuestro alrededor. Hoy 11 de diciembre de 2019) se ha publicado el documento de la Unión Europea “Acuerdo verde europeo” (The European Green Deal) un ambicioso documento lleno de concreciones sobre los compromisos que la Unión Europea toma dentro del marco de la Agenda 2030, queriendo no dejar a nadie atrás. También hoy John Kerry, anterior Secretario de Estado de los Estados Unidos, decía claro y alto en una conferencia en la COP25 que los estadounidenses, en un 80%, están apoyando todas las medidas contra el cambio climático; esto atendiendo al número de Estados y grandes ciudades de EEUU que siguen la orientación del Acuerdo de París. Durante todos los días de la cumbre, China ha sido fiel a su compromiso de continuar con el Acuerdo de París, buscando formas de reducir emisiones de CO2 y de transformar su economía con las renovables. Además, la “cumbre alternativa” en la Universidad Complutense de Madrid y las ONG, siguen trabajando. Parece que ¡vamos avanzando! Esperemos ahora las conclusiones de la COP25, pero… ¡ya hay frutos!
Miguel Ángel Velasco cmf
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