Arturo Pinacho cmf
Misión Católica de habla Española. París
Todo empezó allá por el año 1914, por deseo expreso del entonces Rey de España, don Alfonso XIII, y la reina doña Victoria Eugenia. La idea inicial era la de prestar una ayuda espiritual a los emigrantes españoles en parís, que estaban totalmente abandonados a sí mismos. La obra fue encomendada a los Misioneros Claretianos, como Misión Católica Española, aunque ya, desde los orígenes, estaba también abierta al servicio a los emigrantes latinoamericanos.
El servicio prestado era de carácter espiritual, sobre todo, pero no únicamente: se llegó a tener un dormitorio con más de 60 camas, un bar-restaurante, un cine, una asociación deportiva juvenil, un dispensario médico: de hecho, popularmente, la Misión recibía el apelativo cariñoso de “Plaza de España”.
Los años de oro de la emigración española en Francia fueron los decenios ’50, ’60 y primeros ’70 del siglo XX. A partir de ahí la presencia de emigrantes españoles en París decayó inexorablemente, pero fue sustituida por los emigrantes de países de América Latina. Igualmente, fueron modificándose las destinaciones de los espacios de la Misión, con la apertura de un Colegio español, dependiente no de los Misioneros sino del Estado español.
Actualmente, la Misión se dirige a los emigrantes españoles residentes en París y, sobre todo, a las comunidades de latinoamericanos, numéricamente mucho más consistentes y, además, mucho más necesitadas de un servicio espiritual y social.
La primera forma de contacto son las permanencias: todas las tardes, durante la semana, un claretiano consagra un par de horas, el despacho parroquial, a acoger a todos los que vengan. Y vienen a confesarse, a pedir algún documento o certificado, simplemente a hablar o a pedir orientación en sus vidas, a veces también a pedir ayuda económica.
El servicio estrictamente religioso se concentra en tres ámbitos: la celebración de los sacramentos, la Catequesis, y el acompañamiento formativo y espiritual.
Las celebraciones de la Eucaristía en español se tienen los sábados por la tarde y los domingos: la pandemia ha afectado mucho a la presencia de fieles en nuestras Eucaristías: viven demasiado lejos de la Misión, y desplazarse hasta aquí supone un esfuerzo excesivo.
Las principales actividades catequéticas son las de Primera Comunión, Postcomunión, Confirmación y Catecumenado de adultos. Para ello contamos con un grupo de catequistas tanto latinoamericanos como españoles, que completan el trabajo de los Misioneros.
El acompañamiento espiritual se traduce en un grupo de formación de adultos, un grupo de matrimonios, y un grupo de oración de jóvenes.
Desde hace algunos años contamos con la presencia, en la Parroquia, de la Cofradía del Señor de los Milagros, de gran arraigo en Perú. Los Cofrades, todos ellos emigrantes peruanos, además de sus actividades religiosas, dan muestras de un fuerte sentido social.
Aparte las actividades de carácter estrictamente religioso, el trabajo de los Claretianos con los emigrantes reviste una fuerte coloración social. Estas actividades sociales son, probablemente, las más apreciadas por los emigrantes, sobre todo por los latinoamericanos, necesitados, con frecuencia, de todo: casa, trabajo, ropa, instrumentos de inserción en el mundo francés, etc. Gran parte de estos servicios se llevan a cabo con la preciosa colaboración de laicos voluntarios.
Lo primero es el Servicio Social: uno o dos días por semana, una asistente social recibe a quienes buscan trabajo (y a quienes lo ofrecen), ayuda, en lo posible, a resolver problemas de habitación, orienta en cuestiones sociales. Por desgracia, la oferte es infinitamente menor que la demanda. Complementario de este Servicio Social es un servicio de Ropero, que se nutre de las donaciones de ropa que nos hacen nuestros fieles, sobre todo, y esto es de agradecer, los fieles de lengua francesa.
Igualmente se ofrecen los servicios gratuitos de asistencia psicológica y de asesoría jurídica. Dos psicólogos reciben a quienes lo desean, con una demanda, sobre todo, por parte de latinoamericanos. Igualmente se ha ofrecido un servicio de asesoría jurídica, que despertó un gran interés entre nuestros emigrantes: se trataba de una primera orientación jurídica en cuestiones de derecho de la emigración, derecho del trabajo, y otras posibles cuestiones relativas al mundo del emigrado.
Funciona en la Parroquia un grupo de Alcohólicos Anónimos en español; los que participan en sus reuniones afirman que son esenciales a la hora de salir del alcoholismo.
Hace años solicitaron, de una cárcel a las afueras de París, la presencia de un capellán, para atender a los no escasos presos de lengua española. A esta necesidad, en nombre de la Parroquia, está respondiendo un laico colaborador de la Misión.
También se pidió a la Misión una persona que pudiese acompañar a los miembros de una asociación francesa llamada “Aux captifs, la libération”, que, entre otras actividades, se ocupa de atender a los numerosos transexuales que trabajan en el cercano Bois de Boulogne, muchos de ellos de lengua española. Desde hace aproximadamente un año el Párroco está respondiendo a esta necesidad.
Pero, seguramente, el servicio que más interés suscita es el de aprendizaje de la lengua francesa: un considerable número de profesores voluntarios enseñan las primeras nociones de la lengua, orientando la enseñanza, particularmente, a la vida cotidiana: lo que se busca es permitir a los emigrantes, sobre todo a los recién llegados, adquirir un conocimiento suficiente del francés, que les permita defenderse en la vida de cada día, en sus actividades laborales, en sus necesidades burocráticas, etc. En tiempos normales se llega a reunir más de un centenar de estudiantes. Las normas sanitarias gubernamentales nos han obligado a suspender, temporalmente, las clases de francés, aunque algunos profesores han continuado a impartirlas por internet.
Nuestro trabajo llega a un gran número de personas, pero aún desearíamos tener una mayor irradiación. La gran dispersión geográfica de los emigrantes lo dificulta (los latinos viven por lo general en las afueras de París), y la situación sanitaria actual ha venido a complicar aún más la situación. Pero confiamos en que Dios nos seguirá dando las fuerzas necesarias para seguir respondiendo, de la manera más adecuada, a nuestra misión.
Arturo Pinacho cmf
Misión Católica de habla Española. París
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