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Casaldáliga, Einstein y el aleteo de una mariposa II.ODS 7,11,13, y 17 ES

por | Ene 30, 2021 | Planeta | 0 Comentarios

 

ODS 7,11,13, y 17: Casaldáliga, Einstein y el aleteo de una mariposa (o el Cambio Climático en el espacio y el tiempo). Parte II

Santiago José Belillas Estada

        Ingeniero Aeronáutico

        Actualmente empleado en Airbus. 

Miembro de la comunidad CLI

En la primera parte de este artículo, os invito a visitarla si aún no lo habéis hecho, revisábamos la dimensión tiempo del Cambio Climático. En esta segunda parte analizaremos dimensión espacio del problema: ¿Contaminan todos los países por igual? ¿Cuánto contaminamos cada persona? 

Según cifras correspondientes a 2.018 de Datosmacro.com, de la revista Expansión, (https://datosmacro.expansion.com/energia-y-medio-ambiente/emisiones-co2) la distribución por países de las emisiones de CO2 per cápita es la del mapa de la figura 2. 

Figura 2:

Analicémoslo un poco. Tomaremos tres datos por país: sus emisiones absolutas; sus emisiones per cápita para tener en cuenta el factor población; y las emisiones por cada 1.000$ de PIB para tener en cuenta la eficiencia energética en la producción de riqueza.

El ranking de los 12 países que más contaminan es el de la tabla 1, donde se ha añadido para comparar: el conjunto de los 27 países de la Unión Europea (UE); España, que ocupa la número 24 de 184; el conjunto de las 15 repúblicas que conformaban la antigua URSS, y el conjunto de 6 países de la península Arábiga (se ha exceptuado el Yemen que por ser mucho más pobre que el resto disfraza las cifras de sus vecinos).

Tabla 1

El país más contaminante es China, desde que en 2.005 desbancara a EE.UU. Es la responsable del 30% de las emisiones globales, con solo el 18,6% de la población. Sin embargo, sus emisiones per cápita son menos de la mitad que la de los americanos. Interesante el caso de India, la tercera, y también de Indonesia y Brasil (11º y 12º) que lo son por su altísima población pues sus valores per cápita son de los más bajos. El conjunto de estos 12 países emite el 73% del total mundial, con solo un 55% de su población.

 Es clara la trascendencia de que China, EE.UU y Rusia (puestos 1º, 2º y 4º), en su lucha por el liderazgo mundial, no se hayan comprometido con el convenio de Paris, ya que entre los tres emiten la mitad del CO2 global, cuando su población es solo un 25% de la mundial. Nótese también la importancia relativa del compromiso con el medio ambiente de la UE, pretendiendo hacer de tractor para el cambio ha estipulado normas de reducción de emisiones para todos sus miembros aun cuando sus medias per cápita y por PIB no son las peores. El conjunto de la UE, ocuparía el 3º puesto del ranking con el 8,5% de las emisiones y solo el 5,8% de la población. No pasa lo mismo con el conjunto de la antigua URSS, que ocuparía el 4º puesto empatado con India, con el 7% de las emisiones, el 4% de la población y unos coeficientes bastante peores que los de la UE, sobre todo en eficiencia energética. 

 Se lleva la palma el conjunto de países de la península Arábiga (excluyendo el Yémen), que tienen un consumo medio per cápita exagerado pues siendo solo el 0,7% de la población mundial originan el 3,2% de las emisiones y ocuparían el 6º puesto, casi alcanzando a Japón, que tiene el doble de población.

España, podríamos decir que se mide positivamente con los anteriores, incluso con la media de la UE. Es interesante compararla con Corea del Sur, que teniendo una población y PIB similares a los nuestros emite 2,5 veces más.                                                           

Tabla 2:

La tabla 2 nos muestra el ranking de los 14 países que más contaminan per cápita. De ellos es caso curioso e intrigante el caso del “campeón”, Palaos, pequeño archipiélago junto a Indonesia, aunque por su baja población (22.000 almas) es irrelevante. Menos anecdótico es lo ya adelantado, que entre los nueve primeros puestos estén 6 naciones de la península Arábiga, con niveles de emisión per capita entre 17’6 y 38’2 Toneladas/persona-año, entre 4 y 8 veces superior a la media mundial que es 4’8.

En este ranking, España ocupa el puesto 52 con 5.95 Tm/persona-año, quizá gracias a que el 13,9% de nuestra energía proviene de energías renovables y un 11,3% adicional de energía nuclear (que no emite CO2 aunque comporte otros peligros). Somos el 5º país con mayor potencia eólica instalada. Sin embargo, “el país del sol” seguimos teniendo una potencia fotovoltaica irrelevante. Es una asignatura pendiente. También es interesante el caso de Francia, que ocupa el puesto 61 con 4.96 Tm/persona-año, en este caso posiblemente por su alto porcentaje de energía eléctrica de origen nuclear.

En cuanto a la eficiencia energética por PIB, comentar que la media mundial está en 0,259 Kg CO2/1000$ de PIB. Que de las tablas 1 y 2 se desprende que Palaos vuelve a ser “campeona” con ¡4,1! (alguien les tendría que llamar la atención); que China está en 0,5; el conjunto de la antigua URSS en 0,47, los países árabes en 0,39, USA 0,29, e India 0,28. Todos ellos por encima de la media. Por debajo, países como Japón (0,24), y la UE (0,18). España, con 0,17 está bastante bien en el conjunto del mundo (puesto 104) y dentro de la UE.

El Pirineo. España

Desarrollando su teoría de la relatividad, Albert Einstein llegó a la conclusión de que el tiempo no podía ser esa magnitud inexorable e inalterable que creemos, ni entenderse independiente del espacio. No. Nos hizo ver que están ligadas y se influyen mutuamente (velocidad = espacio / tiempo) por lo que hay que tenerlas en cuenta conjuntamente. A ese conjunto lo llamó el continuo espacio-tiempo.

Algo parecido debiéramos considerar respecto al cambio climático, para poder entenderlo y corregirlo, lo hemos de analizar en su conjunto espacio-temporal. ¿Cómo están evolucionando las emisiones de los países?

Figura 3

En la figura 3 se ha incluido ejemplos tipo ilustrativos:

– Existe los países que están disparando sus emisiones de manera exponencial (cuadrante superior izquierdo). Son países como China, India, Brasil, etc. en franca expansión económica, propulsada, como no, con combustibles fósiles. O como los países árabes, a los que el tema ambiental parece preocuparles más bien poco.

– Existe un segundo grupo de países, el más numeroso, que aún no han reaccionado y siguen basando su crecimiento en los combustibles fósiles, aunque el crecimiento de sus emisiones, como el de su economía, es menos pronunciado (cuadrante superior derecho). Es el caso de países como USA, Rusia, Japón, Italia, Portugal, Noruega y, desgraciadamente, España (cuadrante inferior derecho).

– Un tercer grupo de países, la minoría, parece que se están tomando más en serio la reducción de emisiones y ya llevan años haciéndolo (cuadrante inferior izquierdo). Es el caso de Alemania (desde 1.979), Reino Unido, Francia, Dinamarca, Suecia o Finlandia. Intuyo que también ha contribuido a esta tendencia la progresiva deslocalización de la industria pesada, muy contaminante, hacia países de mano de obra más barata (que son del primer grupo).

Se aprecia también en las gráficas el efecto, pasajero, de las crisis económicas, como la financiera de 2.008. En todos los casos, la tendencia se modera o trunca: en los países que incrementaban sus emisiones, porque lo hace su expansión económica, y en los que las estaban reduciendo porque hay menos dinero disponible para emprender iniciativas ecológicas.

 Un antiguo proverbio chino dice: «el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». El meteorólogo estadounidense Edward Norton Lorenz usó esa misma idea para explicar el comportamiento caótico de sistemas inestables, tales como el tiempo meteorológico, cuando en 1972 pronunció la célebre pregunta retórica que se ha popularizado como Efecto mariposa: “¿El aleteo de una mariposa en Brasil puede ocasionar un tornado en Texas? “. 

Evidentemente, Lorenz y los chinos exageraban. ¿Verdad? Pues parece que no. Un virus cienmil veces más pequeño que una mariposa les está dando la razón. El Covid-19, infectando a aquél primer chino en Buján (o donde fuera), batió sus insignificantes alas, ocasionado el tsunami de magnitud planetaria que tanto estamos sufriendo en nuestro modo de vida, en la economía, y en los 1’7 millones de víctimas mortales que se ha contabilizado, hasta ahora.

De esta pandemia, no obstante, podemos sacar algunas enseñanzas importantes que son de aplicación al tema del cambio climático:

– La globalización, tan mencionada y nunca realmente asumida, es un hecho. Para todo, para lo bueno y para lo malo. Lo que hacemos unos afecta a todos los demás. Lo hemos experimentado en primera persona: hoy en las antípodas un chino se come un murciélago infectado y, como consecuencia, 4 meses más tarde un conocido o un familiar tuyo muere, en soledad, en la UCI de un hospital. 

– Las fronteras de los países no son impermeables, no porque algo ocurra fuera de mi país, no me afectará. África sufre de hambre y guerras y como resultado un flujo incesante de refugiados llega a las fronteras de la UE. Mientras el virus estaba en China, el resto del mundo siguió a lo suyo. Al poco, Italia se contagió. Tampoco nos preocupaba, con Francia de por medio no había miedo. Más, dos partidos internacionales de futbol y algunos turistas después España ya le pisaba los talones.

– Ante un problema global, no valen soluciones nacionales, se necesita una respuesta coordinada de la humanidad en su conjunto. El sálvese quien pueda nos llevará a la catástrofe a todos. Ha habido una guerra sucia entre los países que se han estado robando, de manera vergonzosa, las mascarillas. Suerte que la Organización Mundial de la Salud, perteneciente a la ONU, pese a todas sus deficiencias, ha puesto un poco de orden y concierto en esta pandémica locura. Administrar la vacuna va a ser un nuevo examen sobre la humanidad de la Humanidad. Si no hemos aprendido nada suspenderemos. Será un nuevo Titánic, donde sólo los de la primera clase tendrán acceso a los botes salvavidas que son las vacunas.

– Cuanto más empinada es la curva, y más alto su valor absoluto, más tiempo y más dolorosos serán los sacrificios necesarios para doblegarla. En el caso de las emisiones de CO2, ambas son altísimas. De ahí la urgencia por actuar ¡YA! y de manera decidida.

 Si no se hace nada, o no se hace a su debido tiempo (el confinamiento; la transición a energías limpias) la evolución puede descontrolarse irremediablemente (con el desbordamiento del sistema de salud la proliferación incontrolada del virus; con la contaminación la proliferación de desastres naturales y la subida del nivel del agua con el consiguiente anegamiento de las ciudades costeras… que se lo pregunten si no a los venecianos y a los vecinos de Jakarta).


Creo que la analogía entre la pandemia por Covid-19 y la “pandemia ecológica” es clara. 

Consideremos por un momento las consecuencias que el coronavirus está teniendo en nuestras vidas…  Imaginemos ahora las que puede llegar a causar la “pandemia ecológica”, más devastadora y duradera…Pues bien, la resolución del problema del cambio climático requiere ser abordado simultáneamente en sus dimensiones espacial (esfuerzo global y coordinado) y temporal (ya y decididamente). No servirá de nada ni una perezosa respuesta global, ni una respuesta unilateral, aunque sea radical de solo unos pocos países.

La agenda 2030 y los ODS constituyen una (si no La) esperanza pues apuntan, creo, en la buena dirección: acción multinacional coordinada y supervisada por un ente supranacional; objetivos concretos, cuantitativos y supervisables; gestión y monitorización contínua. Más su éxito no está garantizado, no solo las naciones van con retraso ya en su aplicación, sino que posiblemente los objetivos no sean lo suficientemente ambiciosos para el reto planteado.

Aún así, están teniendo la virtud de poner a la Humanidad en tensión, de mentalizarnos de que el peligro es real y próximo. Ahora falta vencer nuestra inercia, ponernos realmente en acción.

Noticias de cal y de arena se suceden en los noticiarios: 

– El pasado mes de mayo los niveles atmosféricos de dióxido de carbono alcanzaron las 415 ppm (partes por millón), nuevo record histórico. En la época preindustrial los niveles eran de 228 ppm.  

– El Gobierno Español pretende para 2.050 haber reducido en un 23% el nivel de emisiones de CO2 actuales, pero hay ONGs que sostienen que la reducción tendría que ser del 50%.

– La elección de Biden como nuevo presidente estadounidense alimenta la esperanza de que USA se comprometa con el protocolo de París. Ya veremos.

– China ha anunciado que tiene intención de alcanzar en 2.030 el máximo de sus emisiones de CO2 y que para 2.060 será neutra en emisiones. No le será nada fácil conseguirlo. Aún así, anunciar esta decisión implica un cambio radical de actitud, impensable hace unos meses. Den Xiao Ping, su presidente, ha hecho estas declaraciones ante la asamblea general de la ONU, donde añadió que entienden la pandemia Covid-19 como una seria advertencia que la naturaleza nos envía, y que más nos vale no desoir.

 El reto es inmenso, por ello la solución no solo puede venir de los gobiernos. Empresas y ciudadanos tienen que involucrarse activamente. Cada uno de nosotros podemos sentirnos un simple grano de arena en la playa que es la Humanidad y, sin embargo, podemos y debemos contribuir a la solución. Como consumidores podemos influir en las empresas en general y como trabajadores en la nuestra en particular. Como votantes, podemos influir en los políticos y sus programas, es decir, en los Gobiernos. Y como personas, podemos tomar opciones de vida comprometidas con el medio ambiente. De nosotros depende.

Este nuestro planeta Tierra es un oasis, un vergel de vida en el desierto inánime que es nuestro Universo (al menos el que podemos alcanzar). Nuestro mundo no solo es una joya de equilibrio y belleza, también es nuestro sustento y único hogar posible. No podemos seguir abusando irresponsablemente de él. Tenemos que aprender a administrarlo sabiamente preservándolo para la posterioridad. 

Como especie hemos recibido un gran don, ser “Sapiens”. Y esto, como dijera alguien, conlleva una gran responsabilidad. 

Pero volvamos a la peli “La Guerra de los Mundos” (recordar la introducción de la Parte I). Ante la amenaza común, las naciones consiguen unirse por primera vez y plantar cara conjunta al invasor. Más no será la especie humana quien lo venza, sino la propia Naturaleza que neutralizará la amenaza valiéndose de un virus “terrícola” que resultará letal a los extraterrestres…

Santiago José Belillas Estada

        Ingeniero Aeronáutico

        Actualmente empleado en Airbus. 

Miembro de la comunidad CL

 


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