ODS 7,11,13, y 17: Casaldáliga, Einstein y el aleteo de una mariposa
(o el Cambio Climático en el espacio y el tiempo). Parte I
Santiago José Belillas Estada
Ingeniero Aeronáutico
Actualmente empleado en Airbus
Pasa en la nueva versión de La Guerra de los Mundos (2.005). Nuestro mundo esta siendo atacado por una especie alienígena tecnológicamente más avanzada. Nuestras armas no hacen mella en sus naves. Estamos desesperados. En una escena ambientada en un laboratorio altamente secreto del ejército americano (¡como no!) donde tienen retenido a un alienígena que ha sido capturado, el chico de la peli entra en contacto telepático con el alienígena y descubre la terrible realidad: Son como sanguijuelas espaciales. Viajan por la galaxia, saltando de mundo habitado en mundo habitado. Cuando llegan a uno lo invaden, explotan, y expolian hasta que no queda nada aprovechable y entonces saltan al siguiente mundo para hacer lo mismo.
¡Hay que pararles los pies! – Exclama el “protagonista” – ¡Nuestro mundo, nuestra raza y nuestra forma de vida están en juego!
En realidad, este planeta no tiene que esperar a nadie del exterior. Tiene el enemigo en casa. El “Homo Sapiens” (¿sapiens?) se basta solito para hacer realidad la novela de 1.898 de H.G. Wells “La Guerra de los Mundos”, la que inspiró a Orson Welles su famoso programa radiofónico de 1.939, y a las dos películas con el mismo título (1.953 y 2.005).
Gavarnie. Pirineo. Francia
El cambio climático constituye la mayor amenaza a la que se ha enfrentado la humanidad en toda su historia, no solo esta en riesgo el medio ambiente, también nuestro propio futuro como especie (¿alguien percibe la analogía?).
Argentina ha sufrido este año el invierno más crudo que se recuerda. Pero, considerado globalmente, los años 2.016 y 2.019 han sido los más calurosos desde que se tiene constancia (desde 1.880).
En los últimos 13 años se ha batido, 13 veces, el record de menor superficie helada en el Ártico, y en el quinquenio 2015-19 el nivel de los mares ha ascendido a razón de 5 mm/año.
Los Pirineos han perdido el 80% de su masa glaciar en los últimos 30 años. Las gotas frías en otro tiempo típicas y restringidas al Levante han dado paso últimamente a las DANAs de ámbito nacional.
Filipinas ha sufrido varios tifones este año, uno de ellos con ráfagas de hasta 350 km/h, los más intensos registrados nunca en el planeta; ¡habrían podido mantener en vuelo a un Jumbo con los motores parados!
El Caribe ha sufrido este año 31 huracanes, de ellos los más recientes, Eta y Iota, han sido los más catastróficos, el segundo llegó a grado 5, el más alto. Las inundaciones han persistido varias semanas en la zona comprometiendo gravemente la frágil economía local. En ambos continentes muchas familias lo han perdido todo.
La temperatura media del planeta es hoy 1’1ºC mayor que en la época preindustrial. ¡Solo 1’1ºC! y ya vemos cuales son sus devastadoras consecuencias. El acuerdo de Paris pretende contener el aumento de la temperatura en los 2ºC, pero se estima que al ritmo actual a fin de siglo el ascenso podría ser de ¡3-4’8ºC!…
El calentamiento global o cambio climático, ya está aquí, y cada vez serán peores sus consecuencias, si no hacemos algo por remediarlo. Y pronto.
La teoría es sencilla: el hombre ha basado su desarrollo económico en quemar combustibles fósiles, con lo que se están liberando a la atmósfera ingentes cantidades de CO2, y otros gases de efecto invernadero.
Ordesa. Pirineo. España
La Tierra recibe constantemente, radiadas por el Sol, cantidades enormes de energía de las que refleja una parte. Es lo que se llama albedo. Sin embargo, la energía recibida lo es a ciertas frecuencias y la reflejada a otras.
Los gases de efecto invernadero lo son porque resultan más opacos a las frecuencias de la energía reflejada por la Tierra que a las de la recibida del Sol. La energía que entra queda así atrapada en la Tierra. Cuanto más aumenta el CO2 en la atmósfera menos energía es reflejada y, por tanto, más es absorbida y más se calienta la Tierra y su atmósfera, que al acumular parte de esa energía es capaz de generar fenómenos más intensos: inviernos más crudos, veranos más cálidos, evaporación más intensa, lluvias más copiosas y violentas, huracanes y ciclones más potentes y frecuentes…
Quiero llamar la atención sobre una faceta crucial del problema, su dimensión tiempo. Por un lado los niveles de emisión y tendencia de crecimiento actuales son suicidas. Por otro, se requiere de la Humanidad cambios sustanciales en el mismo cimiento de nuestra civilización y modo de vida, las fuentes de energía que usamos. Resultado, nuestra inercia es enorme… pero se nos acaba el tiempo.
Veámoslo “en tecnicolor” con la gráfica 1, correspondiente a la evolución de las emisiones humanas de CO2 desde que en 1.769 James Watt inventara la máquina de vapor originando la primera revolución industrial (fuente: www.es.statista.com).
Como se ve, seguimos un ritmo de crecimiento acelerado, exponencial, muy preocupante:
– Si en 1.769 se emitían 10 millones de toneladas métricas de CO2 anuales (MegaTm/año), en 2.019 han sido ¡37.000!
– Sólo en el año 2.019 se emitió tanto CO2 como a lo largo de los primeros 120 años de industrialización (1769-1890).
– Si consideramos las emisiones acumuladas desde 1769 a 2.020 (o sea, el área bajo la curva), resulta que necesitamos casi 200 años para emitir la primera cuarta parte del total (1769-1966, línea verde del 25%), mientras que 26 años bastaron para llegar al 50% (se cumplió en 1.992, cuando las olimpiadas de Barcelona), en solo 16 años más llegamos al 75% (en 2.008) y en tan solo 12 añadimos el último 25%…
Es inconcebible lo que nos está costando a la Humanidad tomar conciencia del problema y comenzar a actuar:
– Cuando yo nací (años 60) se emitía del orden de 9.000 MegaTM/año, la cuarta parte que hoy.
– En los años setenta, de entre los hombres de ciencia comenzó a surgir las primeras voces de alarma. Mientras, otras voces lo desmentían (se dice que algunas pagadas por las petroleras) alegando que el cambio climático, no estaba demostrado. Que eran fluctuaciones “normales” del clima. Resultado, no hicimos nada (¿esperando a ver quién tenía razón?). Desde entonces se ha duplicado las emisiones anuales.
– En 1.992, coincidiendo con la Cumbre por la Tierra en Rio, se toma conciencia del peligro del cambio climático y se comienza a hablar de desarrollo sostenible. Desde entonces (28 años), sin embargo, se ha contaminado tanto como en los 223 años previos.
– En 1.997 con el protocolo de Kyoto se acordaron medidas para reducir las emisiones… ¿La realidad? Hoy las emisiones anuales son un 50% superiores a las de entonces. Simplemente se ha mercadeado con el CO2.
– En 2.015, con el cuerdo de Paris se establece la agenda 2.030 y nacen los ODS… ¡Por fin, esta vez sí! ¡Ya estamos salvados!
Menos euforia, solo en el lustro transcurrido desde que nos hemos puesto “serios” con el tema hemos añadido a la atmósfera un 10% de todo el CO2 emitido desde J. Watt.
Una lamentable conclusión adicional que se desprende de la gráfica: cuanto mejor nos va a nosotros (“economía boyante -pujante-, despilfarro galopante”), peor le va al planeta. Los momentos en que la curva disminuye o que su pendiente se aplana, son siempre durante guerras o crisis económicas.
Es pues, urgente actuar, hacerlo ya, y hacerlo con decisión, o no llegaremos a tiempo antes de que los efectos sean devastadores e irreversibles.
¿Hasta qué valor hay que reducir las emisiones?
La naturaleza tiene recursos para paliar el efecto del hombre absorbiendo parte de ese CO2 atmosférico emitido, son los sumideros naturales de carbono, constituidos por los bosques y los océanos, en concreto su biomasa marina, especialmente el fitoplacton y los arrecifes coralinos.
¡Pero ojo! Que, con la deforestación de las selvas y la muerte de los corales por el ascenso de la temperatura de los mares, además, estamos acabando con nuestros pulmones naturales.
Para frenar el aumento de temperatura, deberíamos llegar al equilibrio neutro entre nuestras emisiones y la capacidad de acción de los sumideros de carbono naturales. Y deberíamos reducir aún más las emisiones para permitir que la Naturaleza con su acción revierta parte del calentamiento ocasionado.
Nuestro querido Pedro Casaldáliga, con su concisa y certera pluma, en su poema “es tarde” condensa en pocas estrofas lo dicho:
«Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco…»
Lamentablemente, a las alturas que estamos, tendremos que insistir, “un mucho”.
Hasta aquí la cuestión tiempo del Cambio climático. Espero que os haya resultado interesante. En un próximo capítulo del blog abordaremos la cuestión espacio del problema: ¿Contaminan todos los países por igual? ¿Cuánto contaminamos cada persona?
Además, intentaremos extraer enseñanzas aplicables al cambio climático de lo vivido con el Covid-19.
¡Allí os espero!
Santiago José Belillas Estada
Ingeniero Aeronáutico
Actualmente empleado en Airbus
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