Los bosques, montes y áreas forestales: un elemento fundamental en la consecución de los ODS (I)
Javier Plaza Matín
Ingeniero de montes
De los 17 ODS aprobados en 2015 para el horizonte 2030, los bosques son sustantivos para abordar 6 ODS (ODS1, ODS2, ODE6, ODS7, ODS9, ODS13 y el ODS15), son importantes para otros 6 y en el resto tienen una aportación modesta. Es difícil encontrar un ámbito de actuación que contribuya a tantos ODS.
Un tema tan complejo no puede adolecer de soluciones sencillas ni globales. No son sencillas por su propia naturaleza y no pueden ser globales por su diversidad desde el punto de vista biológico, técnico, social, económico, cultural y político. Pensemos en global y trabajemos en local.
Según la FAO en su informe de 2020 de estado de los bosques en el mundo, se estima que una tercera parte de la humanidad tiene una estrecha dependencia de los bosques y de los numerosos y variados productos forestales de todo tipo que ofrecen. Son las comunidades rurales, locales e indígenas los que tienen una dependencia más directa. Por otro lado, la sociedad en general demanda conscientemente o inconscientemente cada vez más recursos de todo tipo de ecosistemas. No únicamente recursos que tienen una economía de mercado, también determinados servicios ecosistémicos que han sido valorados desde épocas pretéritas como la regulación hídrica, la biodiversidad, el paisaje, el recreo, su contribución a la salud, culturales, espirituales y una multitud de externalidades que todos conocemos y que sería larga de enumerar y que no suele repercutir entre sus propietarios y moradores.
Las comunidades locales, indígenas, rurales y los trabajadores de los bosques son imprescindibles para su mantenimiento, gestión sostenible y aprovechamiento responsable de sus recursos. Fundamentales para adoptar medidas de adaptación y mitigación al cambio climático.
Los océanos y las áreas forestales son los principales sumideros de CO2, con la diferencia de que los primeros no los podemos gestionar y las áreas forestales sí. En este aspecto los bosques, montes y pastizales tienen una doble función: almacenamiento de carbono y efecto de sustitución, especialmente de materias primas procedentes de la economía fósil, y materiales altamente contaminantes y con elevado e intenso consumo de insumos, especialmente energéticos y con una elevada huella de carbono y de carácter no renovables.
Las áreas forestales se pueden gestionar de manera sostenible obteniendo productos renovables, regenerables, reciclables, reutilizables y biodegradables, de forma que no sólo se conservan, sino que también se mejoran. La tecnología ha avanzado enormemente, tanto en la gestión de los bosques y terrenos forestales, como en la elaboración de productos de todo tipo producidos en por estos y que pueden ser una solución parcial a la actual economía fósil. Es la llamada bioeconomía. Su importancia, cada vez más creciente, supondrá un papel fundamental en las áreas forestales y también en las agrícolas. El concepto de sostenibilidad está en los genes de la gestión forestal desde que se inició una ciencia aplicada y tecnología a los bosques en Sajonia en el siglo XVIII. Desde la existencia de la humanidad y en multitud de culturas y para determinados recursos, siempre se ha tenido en cuenta. Aunque sea de forma intuitivo, ha sido muy eficazmente aplicado, y en muchas áreas forestales que han sido manejadas desde hace miles de años por distintas culturas y civilizaciones, llegando a nuestros días en un aceptable estado de preservación.Las áreas forestales son tremendamente dinámicas. Existe, especialmente en las personas desligadas de la tierra y la naturaleza, un concepto equivocado de tierras vírgenes y un enfoque estático de los bosques que puede ser perjudicial para su propia conservación. Y no sólo eso, sino que desligar al hombre de la gestión de estas áreas, cuando nunca han estado separados es contraproducente y pernicioso, pudiendo llegar a fomentar la economía basada en los combustibles fósiles y materiales no renovables.
Los bosques nos proveen de recursos naturales perdurables, renovables, regenerables y biodegradables. Muchos de los bosques que tú ves “salvajes”, son verdaderos constructos humanos procedentes de una gestión forestal sostenible durante generaciones.
Oponerse a la utilización económica de los recursos naturales en sus distintas formas y modalidades que realizan las distintas personas, en diversos ambientes sociales y culturales, es negar la realidad, es pernicioso para las personas y los ecosistemas y únicamente genera disfuncionalidades muy especialmente en la temática de los bosques. El nuevo paradigma será en el respeto y en la forma que producimos y consumimos en una nueva economía. Un novedoso enfoque centrado en satisfacer las necesidades de las personas, racionalmente abordando de manera integral los aspectos sociales, económicos y ambientales de forma justa en cada contexto social y cultural, y sin perder la perspectiva de que las áreas forestales que mejor se han preservado hasta nuestros días, son las que han supuesto su medio de vida para los habitantes del medio rural, local y comunidades indígenas. Durante mucho tiempo e integradas en el medio natural, estas poblaciones han conseguido su preservación gracias a la gestión de extensos territorios. Existen excelentes ejemplos por todo el planeta tierra y en diferentes contextos sociales, culturales e históricos que lo demuestran.
Los montes no sólo son paisajes bonitos, en su inmensa mayoría son un mutualismo entre las personas y la naturaleza.
¿Podemos desprendernos de la idea de que la humanidad es perniciosa para el planeta? El exceso de mensajes apocalípticos emula y fomenta formas intransigentes y el bloqueo en la acción, el pensamiento y el raciocinio. La humanidad ha creado verdaderas maravillas en todos los aspectos. Se consigue un mayor alcance fijándonos, emulando, avanzando y aprendiendo con los buenos y numerosos ejemplos positivos existentes y sus aportaciones a los ODS. Mejoremos teniendo en cuenta el hecho de que la ECOlogía (conocimiento de la “casa común”) y la ECOnomía (buena administración de la “casa común”) tienen que caminar inseparablemente de la mano.
Javier Plaza Marín
Ingeniero de montes
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