¿Apocalipsis? ¿qué deberíamos hacer como cristianos?
Miguel Ángel Velasco cmf
UNITAR Master in Development Studies and Diplomacy
Licenciado en Teología Sistemática
Estamos en el comienzo de una nueva época, con la inseguridad que todo cambio de época provoca. ¿Qué deberíamos hacer, como cristianos, en esta situación? ¿Deberíamos implicarnos en los vericuetos políticos donde se decide la configuración del mundo en la nueva época? ¿Deberíamos dejar todos estos temas a los políticos y diplomáticos? ¿Qué hacer? Quisiera ofrecer algunas ideas sobre lo que, como cristianos, deberíamos hacer. Creo que puede ser un comienzo adecuado para análisis y conversaciones posteriores que enriquezcan y afinen las ideas presentes en este artículo.
Lo primero de todo, hemos de hacer un esfuerzo por sentirnos ciudadanos del mundo y responsables de él. Con esto no estoy diciendo que nos tengamos que preocupar sólo de las personas vulnerable de otros países. Sabemos cómo uno de los cambios más destacables de la Agenda 2030 y sus ODS respecto a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, es la afirmación de que los 17 ODS han de realizarse en todos y cada uno de los países; se rompe el esquema en el cual el Norte rico ha de ayudar al Sur pobre; El Norte y el Sur están presentes en cadaestado-nación. La conciencia de Ciudadano Global (Universal) responsable implica darse cuenta de las vinculaciones e implicaciones de toda la humanidad y comprometerse en buscar cambios globales y locales.
Pero ¿cómo darnos cuenta de lo que está sucediendo realmente en otras latitudes y qué es lo que en los niveles de relaciones internacionales globales está sucediendo? ¿Cómo saber hacia dónde va el mundo? Para saber “de primera mano” y sin intermediarios interesados, debemos acrecentar nuestra presencia en los organismos internacionales; siempre de una manera organizada, coordinada y realista. No deberíamos pretender reactivar actitudes de dominio propias de pasados modelos eclesiológicos, sino optar por una clara colaboración con otro; siempre, dentro del realismo propio de aquellos que saben que las relaciones internacionales pertenecen, fundamentalmente, a los estados-nación y sus organizaciones. Este espacio de presencia y compromiso corresponde a todos los miembros de la Iglesia Católica, pero, muy especialmente, a los laicos. Habríamos de recuperar el impulso que el Vaticano II dio a la presencia de los laicos en la transformación del mundo, a través de la política y relaciones internacionales.
La «Misión – Visión» de las ONGs en estos foros internacionales ha de estar basada en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y, en concreto ahora, en encíclicas como Fratelli Tutti o Laudato Si. Sus acciones y programas han de implicar una coordinación entre las ONG católicas entre sí y con la Sede Apostólica o las Conferencias Episcopales. La colaboración de las Organizaciones Basadas en la Fe (OBF), ha de extenderse al diálogo y la colaboración con otras OBF cristianas, de otras religiones y con todas aquellas con las que coincidamos en objetivos.
Por supuesto que las Organizaciones Basadas en la Fe y, en general la Sociedad Civil, tienen una importante influencia en el entorno de la Organizaciones Internacionales de los Estados-Nación, como la ONU, pero hemos de tener en cuenta que las decisiones las tomas los estados y sus delegados, no las ONG. Pensar otra cosa es llevarnos a engaño y generar expectativas equivocadas. Pero hay otras poderosas razones para estar presentes en esas Organizaciones.
La presencia internacional de organizaciones laicales y religiosas en los foros y organizaciones internacionales, tiene que hacernos profundos conocedores del panorama internacional. El objetivo ha de ser conocer bien la situación internacional, para orientar adecuadamente nuestras prioridades en la transformación del mundo. Ha de ser clave conocer en profundidad el funcionamiento y prioridades de la ONU, la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Agenda 2030 de Objetivos para el Desarrollo Sostenible. Para ello no es sólo necesaria la presencia en los foros correspondientes, sino también el estudio a nivel universitario de cuestiones como el Desarrollo Humano Sostenible, Doctrina Social de la Iglesia, Relaciones Internacionales, Historia de las Relaciones Internacionales, Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Las personas o grupos encargados de esta presencia internacional, han de sentirse llamados a comunicar sus conocimientos de la realidad internacional a sus organizaciones; deben transmitir la conciencia de Ciudadanos Responsables del Mundo (Ciudadanía Global). Estas acciones de concienciación habrían de dirigirse a: otros miembros de sus organizaciones; los claustros de profesores de entidades educativas; los grupos de catequesis y catecumenados; las escuelas de formación de líderes evangelizadores; las actividades y celebraciones de las comunidades parroquiales. Las personas de estos grupos, conscientes de su responsabilidad, serán actores relevantes en sus ciudades y países, formando parte de una Sociedad Civil activa y comprometida. Las ONG y, especialmente, las Organización Inspiradas o basadas en la Fe, han de construir redes de comunicación y colaboración desde las que incidir en los países, ciudades y grupos sociales en los que están presentes.
Los miembros de la Iglesia Católica, las demás Iglesias cristianas y las otras religiones, tenemos, además, una importante misión. Esta misión es clara pero no es fácil: hacer que las áreas del mundo, países, o grupos humanos, que no figuran normalmente en los análisis geopolíticos, estén muy presentes en los foros internacionales y en nuestros grupos e iglesias. Si se repasa toda la primera parte de este artículo, se puede constatar que los análisis geopolíticos “importantes” no se refieren a áreas del mundo que sistemáticamente parece que no existen; hemos de ayudar a poner solución a esa situación y hacer que los organismos internacionales, nacionales y locales, hablen y se preocupen efectivamente de ellos.
Lo último y más importante de todo, es la presencia de la Iglesia en aquellos lugares y con aquellos de los que pocos, o nadie, se preocupa. Este blog está lleno de testimonios de este trabajo ingente de la Iglesia en todos los ámbitos presentes en la declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Agenda 2030 con sus ODS. Lo que se presenta en este blog, es una minúscula parte de todo el trabajo que la Iglesia está desarrollando en el mundo “a pie de calle”, al lado de los más necesitados de atención. Como la Agenda 2030 dice repetidamente, estas personas y grupos están presentes en todos los países, pero especialmente en aquellos en los que los Índices de Desarrollo Humano son más bajos.
Estamos en un momento crucial y, a la vez, difícil de nuestro mundo. Es cierto que las noticias de cada día están llenas de motivos de preocupación, pero hay mucho más en el mundo. La Iglesia, y sus muchos compromisos transformadores, es parte de ese inmenso grupo de personas y organizaciones que no se resignan, como Dios Padre no se resigna, a que el futuro de la humanidad esté lleno de oscuridades. La esperanza de cambio, de mundo nuevo, hemos de buscarla, sobre todo, en todos esos hombres y mujeres que sabiéndolo o no, están llevando adelante los contenidos del Evangelio. En este sentido, es también necesario hacer posible un “apocalipsis” de todas las acciones positivas que se están realizando en nuestro mundo; creo que nos llenaríamos de esperanza en el futuro de la humanidad.
Miguel Ángel Velasco cmf
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