Ángel Roldán Medina
Licenciado en Informática
Seglar Claretiano
La brecha digital no es lo que te ocurre cuando se te cae el móvil al suelo y observas el bonito dibujo que te ha aparecido en la pantalla. La brecha digital es más bien aquello que separa a los que el hecho de caérsele el móvil al suelo es una auténtica desgracia, de los que miran asombrados que para alguien ese hecho pueda ser tal problema.
¿Qué es lo que está pasando con el acceso al mundo digital?
La pandemia ha acrecentado el problema de la brecha digital o mejor dicho las brechas digitales. Las cifras están ahí y sirvan como ejemplo:
· El 63,8% de los hogares atendidos por el programa “Cruz Roja Española Responde”, no dispone de ordenador y el 46,6% no tiene contratado ningún servicio de internet.
· Un 10% de los niños en España, sus familias tienen ingresos inferiores a 900 euros al mes, en este sector un 23% no tiene acceso a un ordenador.
· Casi el 40% de la población mundial vive en países de bajos ingresos. Alrededor de 1.000 millones de personas no tienen acceso a las TIC (Tectologías de la Información y la Comunicación).
· Más de un tercio (34,5%) de los hogares españoles con menores de 16 años ha tenido dificultades para seguir con normalidad el curso escolar: el 23,6% no dispone de equipo informático y el 12,7% carece de conexión a internet. A ello se suman las dificultades sociales, como no contar con el apoyo del centro escolar, el profesorado o la familia.
· En África solo el 39,3 % de sus habitantes viven conectados, frente al 87,2 % de los europeos y el 94,6 % de los norteamericanos.
· Más del 40% de la población mundial no tiene oportunidades para aprender a utilizar una computadora.
Algunas afirmaciones que nos pueden hacer pensar:
· La merma en el acceso a las nuevas tecnologías que sufren determinados colectivos no solo es un síntoma de la desigualdad, sino también una causa directa.
· La pandemia ha agudizado algunos problemas, como la brecha digital, porque las comunicaciones y la tecnología ayudan a mitigar el aislamiento y la soledad no deseada.
Acabo de hablar de brechas en plural, porque las causas y las poblaciones que las sufren son diferentes y cada una de ellas puede tener diferentes formas de atención.
Las brechas más visibles son:
· Países del Tercer mundo y sectores marginados
· Personas mayores
· Mundo rural
· Personas con discapacidad
· Ahora desde la pandemia, la educación.
Hay un componente que subyace en la mayoría de ellas que son las grandes brechas socioeconómicas de nuestra sociedad.
El problema es que el no acceso de parte de la población a las oportunidades o servicios que se dan desde el universo digital, hace que las diferencias entre unas personas y otras se estén acrecentando a mayor ritmo que antes. De hecho, se está hablando de una emergencia digital. Hay otros tipos de brechas, no tan relacionadas con la capacidad económica o geográfica para acceder a la red o a disponer de un dispositivo que permita un acceso razonable. La necesidad de una alfabetización digital va más allá de disponer de un dispositivo y de hacer un uso básico del universo digital. Una vez resuelto el problema del acceso, que normalmente se resuelve con dinero, comienza uno más difícil o lento de resolver. El problema de la capacitación de la población para manejarse en el universo digital.
Cada día estamos más expuestos a problemas de desinformación, que hace que podamos ser personas vulnerables sin saberlo. Así, nuestras decisiones, opiniones y creencias pueden ser manipuladas más fácilmente que nunca, porque, además, tenemos la falsa seguridad de que nunca hemos estado mejor informados que ahora.
Otro problema que acrecienta la brecha digital, es la calidad de ciertos servicios, que hacen que sean altamente complicados de utilizar; esta complejidad lleva a muchas personas, a pesar de tener acceso a Internet, a depender de otros para poder acceder a servicios necesarios, que solo se brindan a través del universo digital. La solicitud de ayudas durante la pandemia ha sido un ejemplo de ello. Esto es la causa de que para muchas personas se vaya reduciendo su autonomía personal, ya que tienen una dependencia de otros para acceder al ámbito de lo digital. Cada vez hay más personas que requieren la beneficencia digital, han de ser otras personas las que les ayuden a lo que, por sí solos, no pueden.
¿Qué podemos hacer para cerrar estas brechas?
La pregunta que nos hacemos ante estos problemas es: ¿qué se puede hacer para disminuir estas brechas, o para contrarrestar sus efectos? Entramos en el terreno de las iniciativas. ¿Cómo nos interpela este hecho para actuar y ser colaboradores de un mundo mejor para el día de mañana?
La ONU, a través de la Agenda 2030, nos ha marcado unos Objetivos para el Desarrollo Sostenible, en los que podíamos encuadrar este tipo de iniciativas y a los que podríamos enriquecer con diferentes acciones. EL ODS 9, Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación, es probablemente en el que primero se puedan identificar las iniciativas para ayudar a cumplir sus metas, pero también los es en 10. Reducción de desigualdades, 4. Educación de calidad, 8 Trabajo decente y crecimiento sostenible y 16 Paz, Justicia e instituciones sólidas.
Hay un primer paso que todos podemos y debemos hacer, es como siempre, concienciarnos de que esto es un problema, un motivo de desigualdad, que puede afectar a todos, incluidos a nosotros mismos o a nuestro entorno y en el que todos podemos hacer algo para colaborar en la medida de nuestras posibilidades.
Hay iniciativas orientadas al facilitar el acceso a las TIC, que es el primer punto por resolver.
En este aspecto evidentemente la primera responsabilidad es de los gobiernos. Nuestro principal compromiso debe ir orientado a exigir que las instituciones actúen con rapidez; los gobiernos han de ponerse metas retadoras en el tiempo para reducir la brecha de acceso y garantizar el acceso universal lo antes posible. Hemos de exigir la colaboración internacional para que la brecha digital de acceso en los países en desarrollo cicatrice con más rapidez que en el mundo desarrollado.
Además, cada uno de forma individual, podemos encontrar iniciativas a las que apuntarnos o colaborar. Desde facilitar nuestros dispositivos que creemos obsoletos, hasta colaborar con programas cuyo objetivo es hacer llegar dispositivos de acceso a aquellas personas que, por dificultades económicas, no disponen de ellos. Más difícil es ayudar a extender el acceso a la red, aunque siempre podemos compartir nuestra wifi o nuestros datos con algún vecino si lo necesita y no se lo puede permitir.
El aspecto de las competencias digitales es sin duda, más complejo y tiene muchas extensiones. Lo que por otro lado da muchas más posibilidades de colaborar y de ayudar. Siendo igualmente un ámbito de actuación de los estados e instituciones públicas que han de adecuar los programas educativos actuales y el desarrollo de nuevos programas específicos que llegue a otro tipo de población con el objetivo del desarrollo de dichas competencias digitales. Desde el plano individual, un primer paso puede estar en cada uno de nosotros mejoremos nuestra cultura digital; hagámonos más competentes en el mundo digital, y así podremos ayudar a las personas de nuestro entorno que no lo son. Exijamos servicios digitales de calidad y, aquellos que trabajemos en este campo, esforcémonos profesionalmente en hacer aplicaciones y dispositivos, accesibles a todos, simplificando su uso y haciendo más fácil y segura la digitalización.
Aprender mecanismos de verificación de la información y usarlos, puede hacer que nosotros dejemos de ser transmisores de bulos y desinformaciones; ayudando así a que nuestra sociedad deje de ser tan vulnerable.
No creemos burbujas no digitales innecesariamente. Hay que ser respetuosos con las personas que se quieren alejar de lo digital y prefieren mantener en lo posible todo lo tradicional. Pero no nos engañemos, la solución no es dar la espalda a la digitalización; las ventajas y oportunidades que la tecnología proporciona a la humanidad, hace que merezca la pena apostar por ella; además de luchar por reducir sus efectos no deseados a internar obviar lo que viene.
Hemos de colaborar, en la medida que podamos, con los muchos programas de alfabetización digital; prestando la máxima atención a la educación digital. La brecha digital, como hemos experimentado durante la pandemia, incide directamente en el acceso a la educación y en la calidad de la misma. La brecha digital, por tanto, puede poner en grave peligro esa “palanca de movilidad social” entre estratos sociales, que es la educación.
Es bueno, y hay que apoyara las iniciativas de ayuda a personas que nos son capaces de usar los servicios digitales, para la búsqueda de empleo, para pedir una solicitud administrativa o para hacer cualquier trámite. Pero es mejor acercar a estas personas a la posibilidad de que ellas mismas en algún momento sean capaces de todo esto y además de usar posibilidades digitales como la formación, que les podrá permitir conseguir más oportunidades de progreso.
Ángel Roldán Medina
Ingeniero Informático
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