La Paz y la Reconciliación en Claret
Sebin Babu Mundackal, cmf.
Miembro del CESC-Vic
La paz y la reconciliación son temas relevantes y ampliamente discutidos en el escenario actual. Claret en su vida encontró y vivió varios momentos de conflictos que no iban a facilitar establecer la paz en diferentes ámbitos como el político, social, religioso o psicológico. En este breve artículo vamos a tratar de ver cómo Claret respondió a ciertas situaciones conflictivos para establecer la paz y si fue efectivo el método que usó para lograr la reconciliación.
Paz política
Claret nació en 1807, una época de gran agitación política en España. Una situación que, aunque con momentos relativamente más tranquilos iba a durar toda su vida. Dice en unos de sus escritos: “La guerra sin cuartel es un medio bárbaro; y el que la autoriza, dará una cuenta terrible a Dios de toda la sangre que se hubiere derramado.”[i] Ahí podemos ver un intento que va a ser constante de su parte de crear una atmósfera de paz en la medida de lo posible y así evitar situaciones que la pusieran en peligro.
Leyendo su libro Avisos a un Militar Cristiano, es evidente su recomendación orientada a restablecer la paz y no perder nunca la preocupación por los valores humanitarios. Conocemos las obligaciones de un militar; pero, incluso al aconsejarle que cumpla con sus deberes, Claret acentúa la importancia del valor de la vida: “Al entrar en un país enemigo, debe el militar de honor no solo respetar, sino también proteger el honor de las mujeres, la inocencia de los niños, la debilidad de los ancianos y de todos aquellos que no quieren o no pueden hacer algún mal.”[ii] Como sabemos que el deber de un soldado es acabar con sus enemigos, Claret insiste en establecer la paz con la conquista.
A raíz de la predicación de mosén Claret y de sus intervenciones en Sallent, como vicario parroquial y cura ecónomo de 1835-1839, se ve como procuraba mantener unidos y en paz a la autoridad civil y al pueblo. En una carta escrita el 15 de mayo de 1838 al Ayuntamiento de Sallent se ve su preocupación por mantener al pueblo de Sallent unido y en paz y unidad. “Unámonos pues, Sores., con la Escma. Diputación refugiándonos a la sombra de nuestra sacrosanta Religión suplicando al Dios de los ejércitos y a la Virgen María que es Madre de paz, para que nos asista en tales apuros, concediéndonos la paz y la caridad, que tanto necesitamos.”[iii]
Este fue su procedimiento de acción frente a situaciones políticas conflictivas. Durante su vida en Cataluña como misionero itinerante (1841-1850) siempre consideró decisivo no aliarse con ningún bando político y mantuvo su objetivo de compartir el amor de Dios para todos. Pero tuvo que enfrentarse con muchos problemas, lo cual no le evitó el ser incomprendido por otros, que le acusaban de ser favorable a un lado político en particular. El mejor ejemplo de su actitud para traer la paz y evitar conflictos y malentendidos en sus misiones y su gran aprecio por la tranquilidad política se puede ver en su Autobiografía. “En aquellos tiempos tan calamitosos, no solo tenía que proceder con esa cautela, sino que además no se podía dar a la función nombre de misión, sino de Novena de ánimas, de la Virgen del Rosario, del Smo. Sacramento, de tal santo, para no alarmar a los constitucionales, que tenían la autoridad y gobernaban en aquellas ciudades y pueblos en que predicaba.”[iv]
Las intenciones y acciones de Claret fueron siempre pacificar y evitar el favorecer a un determinado grupo político y sus particulares objetivos: “El general Manzano me dijo él mismo después, cuando los dos nos hallábamos en Cuba, yo de arzobispo y él de General gobernador en la ciudad de Santiago, que él tenía esta comisión para prenderme, no porque el Gobierno supiese de mí ninguna cosa contra el gobierno, pues sabían los gobernantes que yo jamás me metí en cosas políticas, sino porque les daba miedo al ver la multitud de gentes que de todas partes se reunían cuando yo predicaba…a la más pequeña insinuación que yo hiciese, todo el mundo se levantaría.”[v] Esto muestra su convicción sobre la posición que debía tomar en este ámbito para mantener la paz en la sociedad y continuar llevando acabar su misión de revelarle la paz de Cristo.
Paz social
Estaba convencido de que la paz sólo se puede alcanzar por una sociedad que erradica las prácticas injustas y discriminatorias que allí prevalecieren. Cuando existe una sociedad educada y formada, se puede lograr la paz y la tranquilidad. Su misión cubana como arzobispo a partir del 16 de febrero de 1851, nos lo reveló luego, al involucrarse en diferentes temas sociales. Aliviar la pobreza, empoderar a las mujeres, educar a los niños, erradicar la esclavitud y brindar atención pastoral sin discriminación iba a crear a largo plazo una sociedad pacífica y justa. Claret trabajó duro con este fin, porque las personas pacíficas crean familias pacíficas y estos grupos crean una sociedad pacífica. Todo el proyecto social que tuvo en Cuba fue elevar el nivel de vida del individuo y su formación moral y psicológica y así prepararlo para poder experimentar y disfrutar la paz.[vi]
Claret consideró fundamental establecer la paz en la comunidad o en la familia. En Cuba vivía con un grupo de sacerdotes colaboradores en su residencia. Fue muy claro en cuanto a la armonía y unidad del grupo, tanto mientras estaban en casa como cuando salían a predicar. Nadie puede impartir la experiencia que no ha vivido; entonces, para transmitir la paz con los demás, los misioneros necesitaban vivirla y experimentarla. Claret en su Autobiografía explicó algunos métodos que puso en práctica para vivir esa paz en la comunidad. Claret propuso los siguientes medios para crear la paz en la comunidad: horario común de oración y comida, ejercicios espirituales juntos, no amistades excluyentes, amar a todos por igual y no leer acusaciones anónimas.[vii] Lo que me gustaría subrayar no son estos medios, sino cómo logró crear un ambiente de paz en el pequeño grupo que convivió con él en Cuba.
La forma de Claret de alcanzar la paz, ya sea política o social, se realiza a través de la reconciliación. Lo consideró como una de las herramientas efectivas. Claret cuenta sobre un grupo de revolucionarios en la ciudad de Puerto Príncipe: “Cabalmente en aquellos días cogieron las tropas a cuatro insurgentes o revolucionarios hijos de la misma ciudad con las armas en las manos, y así fueron condenados a muerte. Y era tanta la confianza que de mí hacían los reos y aun sus parientes, que me llamaron para que fuese a la cárcel a confesarlos, y, en efecto, fui y los confesé.”[viii] Pero, teniendo en cuenta la situación de sus familias y la disposición de los culpables a abandonar las armas, Claret escribió una carta al Capitán General pidiéndole que conmutara la pena a la muerte para evitar que en vez de la paz, surgiese el espíritu de venganza, que duraría por generaciones, y explicó que el indulto de la pena capital daría cierto nivel de confianza y fidelidad a la autoridad, y le instó implícitamente en que utilizase el método de la reconciliación en lugar del castigo. A través de esto, destacaba una vez más la importancia de la reconciliación y el perdón para traer la paz: “…Por tanto digo que no conviene que se dé sentencia de muerte a esos reos. En primer lugar, ya está concluida la facción, y ahora una pena así tendría más visos de venganza, que de justicia. En segundo lugar, si se ejecuta esta sentencia, los ánimos siempre más quedarán rencorosos, y nunca jamás sus corazones quedarán españoles.”[ix]
Paz en su vida personal
También en su vida personal destacó el valor del perdón y la reconciliación en varios momentos de su vida. Estaba seguro de que la paz es un don de Dios y sólo a través de una vida de oración se puede alcanzar la paz absoluta; pero Dios bendice los métodos y acciones que pongamos en práctica para lograrlo. “Yo alguna vez pensaba cómo podía ser aquello, que reinara tanta paz, tanta alegría, tan buena armonía en tantos sujetos y por tanto tiempo, y no me podía dar otra razón que decir: Digitus Dei est hic. Esta es una gracia singular que Dios nos dispensa por su infinita bondad y misericordia. Conocía que el Señor bendecía los medios que de nuestra parte poníamos para obtener esta especialísima gracia.”[x]
En muchos momentos fue acusado y perseguido; pero el método para conseguir la paz interior fue siguiendo el método de la reconciliación: “Procuraré siempre la paz interior. Por lo tanto, no me enfadaré, ni hablaré, ni pondré mala cara, ni indicaré pena ni disgusto por más que digan o hagan contra mí, ni por más que la gente cargue sobre mí.”[xi] Como confesor real, cuando tuvo lugar el reconocimiento del reino de Italia, el 15 de julio de 1865, tuvo que hacer este proceso de reconciliación con la reina Isabel II ya que, como consecuencia de aquella decisión, ella demostraba que no estaba en plena comunión con el Papa. Pero Claret volvió a su puesto de confesor el 22 de diciembre del mismo año, tras consultar con el Papa y haber cumplido la reina las condiciones que desde Roma se le impusieron.[xii]
Claret podría haberse vengado fácilmente del asesino Antonio Abad Torres, que intentó matarlo el 1 de febrero de 1856; pero lo perdonó y lo ayudó económicamente a seguir adelante: “El asesino fue cogido en el acto y fue llevado a la cárcel. Se le formó causa y el juez dio la sentencia de muerte, no obstante que yo, en las declaraciones que me había tomado, dije que le perdonaba como cristiano, como sacerdote y como arzobispo.”[xiii]
Claret consideró como una gracia grande, junto a la de la permanencia eucarística (Aut 694) haber recibido el don de amar a sus enemigos; esta gracia, tanto con otros elementos, lo ayudó a vivir en paz en medio de las tensiones y conflictos. Él mismo testifica que el 12 de septiembre de 1869 a las 11,30 el Señor le concedió la gracia de amar a sus enemigos.[xiv]
Todo esto tuvo lugar por medio de un largo proceso de búsqueda de paz interior. Es una gran verdad que la paz de un grupo depende totalmente de los individuos pacíficos. Si los ciudadanos y los administradores aman y trabajan por establecer la paz personal, religiosa, social y política, el mundo será un paraíso.
Es imposible anotar en un pequeño espacio todas las intervenciones de Claret para crear paz en diferentes niveles. Su intenso deseo de paz y los medios que puso en práctica para establecerla, especialmente la reconciliación, transmitiría a la sociedad actual un ejemplo en traer la paz. Cada individuo es importante; sus miradas personales y sociales, y su amor y deseo de paz ciertamente pueden abrir de par en par la posibilidad de erradicar los conflictos nacionales e internacionales en su conjunto y los conflictos sociales y familiares en particular.
Sebin Babu Mundackal, cmf.
[i] Claret, Avisos a un Militar Cristiano, Barcelona (1858), p. 24. ; El Beato I, p. 249.
[ii] Id.
[iii] EC I, 84.
[iv] Aut, 292.
[v] Aut, 458.
[vi] Cf. SÁNCHEZ MIRANDA Carlos, “Claret, evangelizador de las periferias de su tiempo” en Studia Claretiana, XXXIV (2019) pp. 75-103.
[vii] Cf. Aut, 610-613.
[viii] Aut, 523.
[ix] EC I, 586.
[x] Aut, 609.
[xi] Propósitos de los Ejercicios hechos en S. Gabriel con los Misioneros de Segovia, que se empezaron el día 26 de agosto de 1867. (Mss. Claret, II, p. 117, editado en la Autobiografía del bicentenario, p. 716.
[xii] Cf. EC II, 954-955.
[xiii] Aut, 583.
[xiv] Cf. Mss. Claret, II, 216, editado en la Autobiografía del bicentenario, p. 825.
0 comentarios