¿Apocalipsis? El comienzo de una nueva época
Miguel Ángel Velasco cmf
UNITAR Master in Development Studies and Diplomacy
Estamos en un momento apocalíptico; pero en el verdadero sentido del término. Apocalipsis significa, en su sentido original, DESVELAMIENTO, dicho de otro modo: des-cubrir, destapar, sacar a la luz, lo que antes estaba cubierto o tapado. Ciertamente estamos en un momento que podríamos llamar “apocalíptico”. Lo mismo podríamos expresar si afirmamos que estamos en un hito de la historia, en un cambio de época.
Una larga historia, pero… no tanto.
No resulta extraño escuchar comentarios reclamando la existencia de una autoridad mundial que resuelva situaciones intolerables en nuestro mundo. Ciertamente, se necesita algún tipo de organización mundial que resuelva muchos conflictos actuales; pero esta manera de “pensar globalmente” no tiene muchos años en la historia de los 2 millones de años transcurridos desde que el primer homínido apareció en la tierra.
Después de miles de años de historia pensando en clave de reinos e imperios enfrentados entre sí, sólo tras la terrible Primera Guerra Mundial (1914), se creó la Sociedad de Naciones (1919). La pretensión de la Sociedad de Naciones fue impedir que ocurriese nuevamente algo semejante a la Gran Guerra (1914). El principal objetivo de la Sociedad de Naciones fue imposible de cumplir, principalmente porque fueron los “ganadores de la I Guerra Mundial” los que tomaron las decisiones contra los vencidos. En 1939 estalla la II Guerra Mundial y en 1945 se funda la ONU, el segundo gran intento de crear una organización para impedir la guerra y construir un mundo en paz.
La Carta de las Naciones Unidas dota a la organización de diferentes órganos fundamentales: la Asamblea General, donde cada nación tiene un voto soberano; el Consejo de Seguridad, formado por los vencedores de la II Guerra Mundial, con derecho a veto; la Secretaría General, con su Secretario a Modo de Primer Ministro; el Consejo Económico y Social, con la misión de crear las condiciones económicas y sociales que eviten la guerra; el Consejo de Administración Fiduciaria con la misión de supervisar el proceso de emancipación de las colonias.
El final de la I Guerra Mundial dio lugar a la desaparición del Imperio Turco, del Imperio Austríaco y de parte del Imperio Ruso. Habría que esperar al final de la II Guerra Mundial para la desaparición de los imperios de Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda y Bélgica. Para darnos cuenta de la tremenda convulsión que creo la emancipación de las colonias, simplemente nos tenemos que comparar el número de naciones-estado fundadoras de la ONU (51), comparándolo con los miembros actuales que son 191.
El mundo ha cambiado enormemente desde 1945. La transformación de las relaciones internacionales ha sido inmensa, incluso si consideramos sólo las que se han dado desde 1945. La ONU se ha transformado mucho desde el 1945, pero ha de adaptarse a un mundo muy distinto al que se vivía en el momento de fundación.
1945 significa el comienzo de la era de dominio global de los Estados Unidos. El orden internacional fue guiado, desde entonces, por acciones e instituciones creadas por los Estados Unidos. Podemos destacar: el impulso a la independencia de las metrópolis europeas y creación de los estados-nación; el impulso en la creación de la ONU y de la Carta de los Derechos Humanos; la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
Desde el final de la II Guerra Mundial comenzaron conflictos con Rusia, dando lugar a la Guerra Fría, y a la aparición de los tres bloques mundiales. Los tres bloques fueron: el occidental, liderado por Estados Unidos; el bloque comunista, liderado por Rusia y el del “Tercer mundo” más China. Todo siguió, más o menos así, hasta 1989 en el que colapsa la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; fue el momento en el que desapareció el heredero del Imperio de los Zares, el último gran imperio europeo. Fue también el momento en el que se hablaba, como dijo un experto en política internacional, del “final de la historia” (Fukuyama, 1988); la lucha de las ideologías y los bloques había terminado. El mundo occidental, el mundo liberal y democrático, tenía el camino expedito hacia el futuro; era cuestión de tiempo el que todo los países del mundo tomasen los principios del Mundo Occidental como única guía. Pero la historia no es tan lineal ni mucho menos.
El Mundo Occidental se lanzó, parte por orgullo de vencedor, parte por ambición económica y parte con buenas intenciones, a integrar a dos grandes conglomerados sociales, en el Mundo Occidental del librecambio y los sistemas democráticos. Estos dos países eran China y Rusia. Europa y EEUU, sobre todo Alemania, impulsaron el movimiento de integración de los países en la órbita de la antigua URSS en la Unión Europea; incluso el G7 se transformó, durante un tiempo, en G8 por la inclusión de Rusia (1997-2014). En 2001 China, de la mano de los EEUU, entró a formar parte de la Organización Mundial del Comercio (2001), con muchas excepciones a las reglas comunes al resto de los países, debidas a no ser un país de “libre mercado”; esta integración posibilitó el crecimiento exponencial de las exportaciones chinas.
Desvelando lo que estaba oculto. El comienzo de una nueva época
La llegada de Putin al poder en Rusia significó la vuelta al sueño imperial ruso, deseoso de recuperar el poder perdido; al menos, en parte de los países del este de Europa y de Asia Central. De ahí la invasión de Crimea y Ucrania y su creciente influencia en Asia Central. Por su parte, China nunca ha olvidado las afrentas occidentales de las Guerras del Opio (1839-1860), la invasión de Japón o las guerras con Rusia. De la misma manera, China, no quiere reconocer que, el gobierno con más legitimidad, es el de Taiwan, heredero del legítimo gobierno de Chiang Kai-shek tuvo que refugiarse en la isla y proclamar la República de China (1949), tras la victoria de Mao Tse Dong. El reciente viaje de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, a Taiwan ha servido para presentarnos una faceta de China, para muchos, desconocida: el componente belicista de la República Popular China en sus diversas reclamaciones.Las cuestiones pendientes del pasado, o los deseos de volver a un pasado más glorioso que el actual, están resurgiendo, se están “destapando”.
Ciertamente no podemos hablar, ni para hoy, ni para el futuro, de un mundo “unidireccional” y “unipolar”. Estamos asistiendo a un APOCALIPSIS, a un DESVELAMIENTO, de muchos deseos ocultos de los países que un día fueron importantes y que, quizá, lo sean en el futuro. El año 2023 va a ser un año significativamente importante en el comienzo del diseño de una nueva era en la historia de la humanidad. No sabemos bien hacia dónde nos dirigimos; no sabemos qué bloques van a quedar como dominantes, ¿quizá EEUU-Europa y China-Rusia como cabezas de alianzas mayores? No sabemos tampoco cuál va a ser el papel de la ONU, del G-7 o del G-20 en la gobernanza mundial. ¿Podrá ser el modelo de la Unión Europea un modelo de federación o confederación válido para otras zonas del globo? ¿Llegará EEUU a un enfrentamiento interno cercano a una guerra civil o logrará superar las tensiones internas? ¿Dónde situamos a los países de Latinoamérica? ¿Cuál va a ser la reacción de los muy distintos países de África ante el neocolonialismo que están viviendo en la actualidad? ¿Dónde se situarán países de la inmensidad asiática como India, Indonesia, Vietnam, Japón, Corea, Filipinas? El final de una época histórica y el comienzo de otra presentan este tipo de interrogantes.
La pregunta que nos deberíamos hacer ahora es la siguiente: ¿cuál es el papel de los Cristianos Católicos en este momento convulso, lleno de cambios? La segunda parte del artículo, en la siguiente entrada del Blog, tratará de dar algunas pistas de respuesta.
Miguel Ángel Velasco cmf
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