Educación Ambiental, la clave para los
ODS (ODS4)
Juan de Dios Fernández
Ecologista, Dr. Biología, Aventurero
y Divulgador
Desde que en 2015 la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo
Sostenible, en la que se contemplaban los 17 Objetivos de Desarrollo
Sostenible, son muchos los avances que se han conseguido. Y también mucho lo que
queda por conseguir. En este artículo me gustaría señalar una de las piezas
clave para conseguir estos avances tan necesarios, la Educación Ambiental.
Podríamos partir del concepto de la Educación Ambiental, como parte de
la materia lectiva enfocada a enseñar a las niñas y niños cómo cambiar sus
hábitos para que sean más sostenibles. Es decir, enseñarles que hay que cerrar
el grifo mientras se cepillan los dientes, que apaguen las luces, que usen el
papel por las dos caras o que los envases van al contenedor amarillo. Sin
embargo, este trabajo de concienciación, aunque necesario, es insuficiente.
Estamos ya dentro de la última década que tenemos para alcanzar esos objetivos
de Desarrollo Sostenible, así como el momento clave para frenar el cambio
climático y la pérdida de biodiversidad. Y, por tanto, no hay tiempo para
esperar a que estos niños y niñas crezcan y se conviertan en adultos responsable
y sostenibles, adultos que tengan modos de vida acordes a los ODS, en especial
a los objetivos 6, 7, 11, 12, 13, 14 y 15 relacionados con el medio ambiente y
la sostenibilidad. Necesitamos que los cambios en nuestra sociedad y cómo nos
relacionamos con el ambiente que nos rodea sean más rápidos. Y estoy convencido
de la Educación Ambiental es la pieza clave. Pero para ello necesitamos una
Educación ambiental transformadora y organizada en tres fases.
La primera fase debe ser un proceso transformador desde la educación
ambiental para las/os estudiantes basado en la investigación y análisis.
Consiste en estudiar los problemas medioambientales, entendiendo los procesos y
la relación que hay entre nuestros actos cotidianos y lo que sucede en nuestro
entorno próximo y lejano. Se trata de darles el poder y la responsabilidad de
elección, que puedan elegir cómo cambiar las cosas y hacerlo en base a la razón
por entender de forma científica lo que ocurre, y en base al corazón, por haber
sentido el placer de descubrirlo y los efectos, positivos y negativos, de sus
actos.
Después, una vez asentadas bien las bases de lo que está ocurriendo,
podríamos entrar en la segunda fase de la educación ambiental. Ahora sí, hablar
de los cambios que podemos hacer en nuestros hábitos diarios. Compartir
con los niños y niñas propuestas específicas de llamada a la acción. Si bien,
es muy importante que, dentro de la educación ambiental, este sea un proceso
participativo y los compromisos adquiridos por la juventud tienen que salir de
ellos/as. Evitemos que lo vean como una aburrida imposición de los adultos, los
mismos adultos que hemos destruido el planeta y ahora le exigimos que cambien
sus hábitos para evitar el deterioro ambiental. Sino que sean ellas/os quienes
decidan dar un paso adelante y ponerse del lado de la solución de los
problemas. Como consecuencia del proceso de conciencia adquirido en la primera
fase.
Finalmente, la educación debe ir más allá, tiene que hacer que la
juventud genere cambios en el mundo que les rodea, esta es la tercera fase. Es
una oportunidad para estimular la capacidad de los niños y niñas de incidir en
la sociedad y que sean activos en la consecución los cambios que necesitamos.
Un aprendizaje que puede aportar la Educación Ambiental y que ayudará a crear
una ciudadanía crítica, activa y movilizada. Y esto no solo está relacionado
con los ODS medioambientales, sino con todos en su conjunto. La oportunidad que
ofrece la Educación Ambiental para crear ciudadanos y ciudadanas con conciencia
del mundo que nos rodea y las implicaciones de nuestros para los ecosistemas y
otra sociedad es pieza clave para acabar con el hambre en el mundo, la pobreza,
las desigualdades, la pérdida de biodiversidad… y todas las maravillosas metas
que se pretenden alcanzar con los ODS.
Sin duda, este es un proceso lento y nada fácil. Pero, sin embargo, es
la forma más eficaz para que la educación ambiental sea realmente el proceso
que lleve a nuestra sociedad al cambio que necesitamos. El camino para que los
ODS se cumplan dentro del plazo que nuestro planeta y la humanidad
necesita.
Juan de Dios Fernández
Ecologista, Aventurero y Divulgador
Doctor en Biología (Universitat
Autònoma de Barcelona)
Experto en Dirección y Gestión de
ONGs (ESADE)
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