Conclusiones aplicadas
A lo largo de esta presentación de la Agenda ODS 2030 hemos tratado de presentar el contexto en donde nace y las claves de interpretación sin entrar en el análisis pormenorizado de los contenidos, cuestión que se puede dejar para reflexiones, en plural, posteriores. Me ha parecido más adecuado situar esta Agenda en relación, sobre todo, con el contexto eclesial que nos brinda la cercana encíclica Laudato Si y la oportunidad que nos bridan uno y otro documento de ejercer un papel activo propio de las organizaciones globales que somos. ¿Cuáles serían las principales conclusiones que podemos extraer es este viaje por el mundo del presente y, sobre todo, del futuro?
1. Un largo camino… por supuesto mejorable. Hemos comprobado que el proceso de redacción de los ODS2030 ha supuesto un camino de años a lo largo de los cuales se han ido encontrando los núcleos fundamentales en los que hemos que cambiar para construir un futuro mejor. Suponen un horizonte hacia el cual tenemos que avanzar.
2. Derechos humanos y ODS2030 dos caras de una moneda. Los ODS2030 se inscriben en el ADN de las Naciones Unidas junto con la Declaración de los Derechos Humanos. La ONU es un organismo nacido de una experiencia traumática para la humanidad; esta misma humanidad que decidió que no podían volverse a vivir los horrores de las dos contiendas mundiales y que pronto se dotó de la Carta de los Derechos Humanos para delimitar las fronteras de los derechos de cada ser humano. En la Agenda 2030 hemos encontrado muchos rastros de esos Derechos Humanos, especialmente en el Preámbulo, en los ODS 3, 5, 8, 10 y en la frase ¨No dejar a nadie atrás¨. Reconociendo esta presencia tenemos que admitir que hemos de trabajar todavía fuertemente para que Carta de los Derechos Humanos y Objetivos de Desarrollo Sostenible sean las dos caras de una moneda que complemente lo individual y lo global.
3. La importancia decisiva de la Sociedad civil. El movimiento que se da, sobre todo en Occidente, es que no basta con la organización que da el estado para expresar toda la fuerza y creatividad de un pueblo. La emergencia de la Sociedad civil como complemento necesario a los sistemas de gobierno democráticos es cada vez más patente. La ONU ha sabido leer esta potencia de la Sociedad civil, ha abierto las reflexiones de los ODS a los grupos diversos de la Sociedad civil y ha hecho un planteamiento claro afirmando que, que para cumplir lo contenido en la Agenda, es necesario la colaboración de todos. Ahí la Iglesia y nosotros las congregaciones religiosas, como organizaciones globales, estamos llamados a estar; hemos de sentirnos miembros y protagonistas de la historia.
4. La Agenda 2030 es una plataforma para el diálogo. En el contenido de la Agenda, nosotros, desde nuestro punto de vista católico, vemos muchas cosas mejorables; es normal que así sea. Ahora bien, tenemos la Laudato Si para definir nuestra postura y nuestros valores respecto a los contenidos de los ODS en un diálogo franco y abierto con todos. Y es que la Agenda es un lugar de encuentro y diálogo con las otras religiones y con todos los agentes sociales sobre el futuro que queremos para nuestra humanidad. ¿No estamos hablando tanto de salir de nuestra zona de confort y de construir una Iglesia en salida?… ¡atrevámonos a ser protagonistas de una evangelización en y desde el diálogo!, como nos insisten los obispos de Asia.
5. Aportar desde Laudato Si y nuestros carismas. Diálogo desde la Laudato Si, una encíclica atípica que contiene reflexiones y afirmaciones no sólo filosóficas sino en diálogo con la Ciencia y orientaciones claras respecto a la Técnica; inequívocamente es un punto de partida excelente para entablar el diálogo, fuente de toda evangelización. Recorriendo los 17 ODS y las 169 metas podemos encontrar muchas sintonías con la razón por la cual nuestras congregaciones existen. La riqueza inmensa de carismas de la Vida Consagrada ha de sentir como suyos, de forma adecuada al carisma, objetivos y metas de la Agenda 2030. ¿No sería increíblemente bello ver esta riqueza sinfónica trabajar en diálogo en cada uno de los sectores de la sociedad y de las organizaciones que buscan un mundo mejor?
6. No dejando a nadie atrás. La opción por los más vulnerables está reflejada en esta frase que ha pasado a ser el lema principal de los ODS 2030 y la vinculación más clara con los Derechos Humanos. Muchas asociaciones de Derechos Humanos piden estar más presentes en la ¨música¨ de las metas. ¿Por qué no nos aventuramos a hacerlo posible trabajando codo con codo con ellos? Los niños, los abandonados, los enfermos, los sedientos, encarcelados, hambrientos, prostitutas, publicanos, … ¨los más vulnerables¨, eran y son los preferidos de Jesús; como cristianos no queremos que nadie quede atrás
7. Nosotros… organizaciones globales. Somos Congregaciones u organizaciones globales o con vocación de serlo. Nuestro horizonte es el mundo y ese horizonte nos está regalando comunidades cada vez más variadas, internaciones e interculturales. Nos tenemos que sentir llamados a ser, como la misma Iglesia es, parábola viva de lo que está llamada a ser la Humanidad: una fraternidad universal por encima de diferencias. La Vida consagrada, signo de tantas cosas en tantos momentos de la historia, está llamada a ser parábola del mundo que viene, esta vez desde la fraternidad universal hecha de diversidad complementaria. El milagro de Pentecostés quiere realizarse a través de nosotros.
8. Educar desde la Agenda 2030. Educar Ciudadanos del mundo; educar para la Ciudadanía global como nos invita la UNESCO[i]. No es fácil encontrar gente que sea consciente de ser ¨ciudadano del mundo¨ con todo lo que implica de responsabilidad sobre él. Nosotros, miembros de institutos religiosos, seguro que tenemos que crecer en eso que llamamos ¨disponibilidad misionera¨, tan ligado a lo que es sentir la vocación universal a anunciar la Buena Nueva; pero tenemos mucho terreno y conciencia ganados ya. Hemos recibido el don vocacional de la universalidad. Educar desde la Agenda 2030 es comprender que los 17 objetivos y las 169 metas hay que vivirlas aquí, en cada país, por lo que nos está pidiendo también un compromiso con nuestra gente cercana, con los más vulnerables de nuestro entorno. Educar desde la Agenda 2030 es, también, comprender que el compromiso con toda la humanidad es también un deber. Como congregaciones religiosas universales estamos llamados a sentir y hacer sentir con el mundo entero, comprometidos con las realidades y las personas de cada día y de cada lugar.
9. Educar en la Ciudadanía global – Agenda 2030. La educación formal y no formal de niños adolescentes y jóvenes ha sido y es una opción clara de la apuesta de la Iglesia española y de la Vida consagrada. Toda la Iglesia desde su universalidad y nosotros como organizaciones globales estamos especialmente capacitados para transmitir esa impronta de la universalidad; más aún, tenemos la vocación y la misión de transmitir la experiencia de universalidad a niños, adolescentes y jóvenes. En esta tarea todos tenemos mucho que hacer y programar, pero Escuelas Católicas habría de tener un protagonismo especial; comprometerse con el mundo entero es una actitud vital que implica un largo camino de aprendizaje.
10. Iglesia Católica es Iglesia Universal, milagrosamente diversa y una, comprometida con el mundo entero para construir la Casa común de los hermanos e hijos de Dios Padre. La ¨Agenda 2030¨ y la ¨Laudato Si¨ son indicadores de lo que el Espíritu nos pide: continuar el impulso creador de Dios en diálogo, compañía y compromiso con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Las instituciones de Iglesia debemos implicarnos mucho más en todo lo relativo a los ODS 2030; nuestras federaciones y asociaciones han de orientarnos en este viaje de diálogo y compromiso. Hemos de ser protagonistas en la tarea que nos abre la Agenda 2030 hacia la clarificación de lo que significa sentirse Ciudadano global comprometidos, en cada lugar, con las personas cercanas, pero abriéndonos a las necesidades y la riqueza de la humanidad entera.
Muchas de las instituciones aquí presentes estamos representadas directamente ante la ONU o ante el ECOSOC (Consejo Económico y Social); los encuentros y alianzas entre las congregaciones religiosas son continuas en Nueva York. ¿No es tiempo de incrementar la relación entre nosotros, en España, y estas delegaciones? ¿No sería realmente fructífero para nosotros, religiosos, las diócesis y parroquias en las que estamos y los alumnos que estamos educando? ¿No sería buena esta relación también para instituciones como Escuelas Católicas, CONFER o el Instituto Teológico de Vida Religiosa?
Comenzábamos nuestro viaje hacia la Agenda 2030 hablando de Signo de los tiempos. Quiero terminar esta reflexión justamente en este punto. Creo que podemos afirmar que en ella podemos ver un signo de los tiempos que nos habla de la necesidad de encontrarnos en el camino con muchos hombres y mujeres de buena voluntad para cambiar el mundo. La evangelización y el cambio sistémico del mundo también se realizan en diálogo.
Que el Espíritu, padre de todos los Signos de los tiempos, nos guíe.
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