. La Declaración de los Derechos Humanos y los ODS2030.
No dejar a nadie atrás.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos[i] (1948[ii]) representa un hito en la historia de la humanidad; con ella se quería lograr que nunca más ocurriesen los desastres vividos en las dos guerras mundiales. Los Derechos Humanos son, por lo tanto, una formulación en positivo de lo que no se vivió antes y durante las dos guerras mundiales. El proceso de elaboración de los ODS nos trae a la memoria esa misma experiencia de formulación positiva de algo que no se ha hecho bien y que nunca más tiene que volver a ocurrir. Traigamos aquí el número 10 de la Agenda 2030: “La nueva Agenda se inspira en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, incluido el pleno respeto del derecho internacional. Sus fundamentos son la Declaración Universal de Derechos Humanos, los tratados internacionales de derechos humanos, la Declaración del Milenio y el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005.”.
No cabe duda de que las dos guerras mundiales hicieron plantearse a fondo el sentido del hombre y de la humanidad; movimientos como el existencialismo, crecidos en torno a las dos grandes contiendas, sirvieron con anunciadores del desastre, acompañantes de la tragedia y marco de reflexión sobre lo que habría de hacerse a partir del final de la Segunda gran guerra para que nada así volviese a ocurrir. Este es el marco conceptual en el que habría que introducir los Derechos Humanos.
Los ODS2030 nacen de un entorno distinto en el que las corrientes filosóficas y las ideologías tienen mucha menos fuerza que en la primera mitrad del siglo pasado; ahora el pragmatismo, el análisis científico y la técnica llevan la delantera a la reflexión filosófica. Una vez dicho esto hay que afirmar que el acercamiento progresivo de las dos corrientes, la correspondiente a los Derechos Humanos y la correspondiente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible se ha realizado hasta el punto de que los ODS2030 han hecho propios los Derechos Humanos en muchas de sus formulaciones. Sin reconocer este maridaje, no se podría entender el ODS 3 (Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades), el ODS 5 (Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas), el ODS 8 (Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos) o el ODS 10 (Reducir las desigualdades en y entre los países). Tampoco podría entenderse el lema que ha quedado como cima de bóveda de la Agenda: No dejar a nadie atrás.
Muchas de las metas, pero sobre todo estos objetivos y el lema de los ODS, nos indican que el ser humano, los más vulnerables y la vida humana entendida como verdadera calidad de vida y no sólo supervivencia, han estado presentes en la redacción de la Agenda. Aunque esto sea así, hay mucho que perfeccionar todavía en la formulación de metas para conseguir que haya no sólo una confluencia con los DDHH sino que clara y patentemente los DDHH pasen a ser las raíces de donde nazca todo.
¨No dejando a nadie atrás¨. Esta frase se ha ido convirtiendo en uno de los iconos de la Agenda; su vinculación con todos los ODS2030 como criterio fundamental de realización es uno de los logros de la interrelación con los Derechos humanos. La vinculación principal con los objetivos hay que buscarla en el Objetivo número 10: ¨Reducir las desigualdades en y entre los países¨. La desigualdad entre países está en aumento; el 10 % más rico de la población se queda con el 40 por ciento del ingreso mundial total. El 10 % más pobre obtiene solo entre el 2 y el 7 % del ingreso total[iii]. El Preámbulo del documento aprobado en 2015 aporta esta situación poniendo a la persona en el punto de mira; dice lo siguiente respecto a las personas y a la prosperidad: ¨Estamos decididos a poner fin a la pobreza y el hambre en todas sus formas y dimensiones, y a velar por que todos los seres humanos puedan realizar su potencial con dignidad e igualdad y en un medio ambiente saludable¨ / “Estamos decididos a velar por que todos los seres humanos puedan disfrutar de una vida próspera y plena, y por que el progreso económico, social y tecnológico se produzca en armonía con la naturaleza¨[iv].
La decisión de no dejar a nadie atrás implica el cuidado en la relación entre los países y atender a los desequilibrios entre ellos, no sólo pensando en la diferencia de la Renta per cápita sino utilizando mediciones de los recursos disponibles mucho más reales y adecuadas. El ODS 10 define unos criterios de búsqueda de igualdad que van más allá de lo económico y quieren acercarse a la razón de ser de las desigualdades. Afronta los tres tipos de desigualdades: “horizontales” entre los diversos grupos sociales, “verticales” como la riqueza, la educación, la vivienda, el poder político y entre los países; siendo las desigualdades llamada “verticales” las novedosas en ser incluidas a la hora de definir desigualdades. No se queda en cuestiones monetarias sino que se habla de la igualdad de derechos refiriéndose a: inclusión social de todas las personas, igualdad de oportunidades, protección social, vigilancia de los mercados financieros mundiales, migraciones, trato especial y diferenciado a los países en desarrollo. La desagregación contenida en las metas e indicadores de evaluación indican una clara decisión de llegar a una equidad en el abordaje de problemas y soluciones. No dejar a nadie atrás pide una mayor igualdad entre países y una mayor igualdad entre grupos sociales en cada país.
2. Implicando a toda la sociedad
La Agenda 2030 busca la implicación de toda la sociedad; no bastan sólo los gobiernos; se necesita una verdadera movilización para hacer frente a estos retos planetarios. Sociedad civil, Grupos involucrados, Academia, Empresas, ONG, Asociaciones de Derechos Humanos, Religiones e Iglesias. Se necesita una previa reflexión de todos para que después todos podamos implicarnos en los cambios. Pero resulta difícil todavía dar el salto a preocuparse de algo que está más allá de mi barrio, de mi ciudad o de mi país; resulta difícil incluso para personas que viven en España y que pueden viajar a Londres, París o Nueva York o incluso a países de África o Asia para pasar unas buenas vacaciones. Quizá fuese bueno, en estos viajes, tratar de acercarse no sólo a las zonas turísticas sino tratar de llegar a otras zonas para tener una visión más completa de la situación. ¿Cómo se podría transmitir esa conciencia de responsabilidad sobre el mundo o ese interés real por conocer cómo vive y es realmente la gente que no vive en mi barrio?
La conciencia de ser ciudadanos globales es la palanca de cambio. ¿Pero cómo hacerlo? La Iglesia y nuestras congregaciones son organizaciones globales; cada uno de los que estamos en esta sala formamos parte activa de congregaciones u organizaciones religiosas con implantación universal. Cada vez más nuestras comunidades tienen una característica peculiar: la diversidad que da estar formadas por personas provenientes de diversas partes del mundo. Quizá tenemos que hacer un esfuerzo por tomar conciencia de esta realidad universal que somos y entenderla como una verdadera gracia de Dios para los tiempos que corren. Nuestras parroquias, colegios, hospitales, comedores sociales, cuentan cada vez con más personas provenientes de otros continentes y otras sensibilidades. Somos organizaciones globales especialmente adecuadas para entender la diversidad de otros que vienen.
Nuestros gobiernos generales piensan en universal y buscan que nosotros pensemos cada vez más en universal. No somos federaciones de provincias; somos congregaciones globales que se hacen presentes en cada parte de mundo. Estamos llamados a ser, en un mundo que busca soluciones a la desigualdad y la injusticia, parábolas de entendimiento global y de encuentro entre hermanos. Nuestras congregaciones siempre han pensado que la evangelización ha de implicar a toda la realidad personal; siempre hemos tenido muy presente de qué se nos juzgará al final del tiempo (Mt. 25).
No podemos dejar pasar todo lo que la Laudato Si nos dice sobre la ecología integral pero, de la misma manera, no podemos dejar pasar la oportunidad de trabajar codo con codo con la sociedad civil para la realización de este programa de cambio; durante este trayecto vamos a tener que salir de nuestra ¨zona de confort¨ para demostrar claramente que somos una Iglesia en salida que quiere trabajar con otras religiones, otros grupos, gobiernos de todos colores… por lograr un mundo más justo y más inclusivo. No deberíamos quejarnos de que las iniciativas desde los ODS2030 no tienen en cuenta a Dios, si no nos comprometemos en el trabajo de llevarlos hacia delante con otros. Somos todos los católicos y, en especial, los miembros de estas organizaciones globales de las que formamos parte, los que tenemos que ponernos manos a la obra.
3. La encíclica Laudato Si y los ODS 2030
Muchas son las cosas que interrelacionan estos dos documentos tan cercanos en el tiempo. Nos encontramos con dos documentos que abordan una preocupación profunda de la humanidad o, por lo menos, de gran parte de ella. Estamos tomando conciencia de que tenemos que funcionar de otra manera.
Hay muchos puntos de contacto, la mayoría, entre la encíclica Laudato Si y los ODS 2030. Sin estos puntos fundamentales de coincidencia no habría sido posible que el Papa Francisco se dirigiese a la Asamblea General de la ONU justo antes de su aprobación llamando a esta y a su cumplimiento y no hubiese sido posible que se convocase en Vaticano en el mes de marzo de 2019 un simposio sobre Dios, las religiones y la Agenda 2030 a la que asistieron representantes de las principales religiones del planeta además de otras organizaciones no confesionales. Pero quizá la convocatoria de este simposio nos hable de la diferencia entre el documento de los ODS y la Laudato Si. Como los mismos representantes ante naciones unidas comentan entre ellos, no es posible que los documentos de las Naciones Unidas entren a hacer consideraciones religiosas como propias; eso sí, los documentos del ADN, del Sistema de Valores de la ONU no entran en contradicción con los principios y valores en los que coinciden las religiones. De hecho el simposio del Vaticano que hemos comentado quiere llegar más allá del marco valorativo ONU e iluminarlo desde Dios.
Laudato Si, con su esquema del Ver, Juzgar y Actuar, comienza describiendo la situación de nuestro planeta; en esta descripción sorprende lo cerca que está esta descripción a los descubrimientos y planteamientos científicos. Una vez hecho el planteamiento primero, la iluminación viene claramente de la Biblia y la interpretación finalista de lo existente desde los relatos del Génesis hasta el Evangelio. Lo existente pasa a ser lo creado y lo creado está dentro de un plan de amor del que el protagonista es Dios con el hombre o un Dios que pide al hombre continuar su creación. La Ecología integral, concepto fundamental en la Laudato Si, puede considerarse como heredera de esa antropología bíblica que define al ser humano como un ser en relación con las cosas, los demás seres humanos y Dios. Desde ahí toda la realidad cobra el sentido de lugar de realización y de trabajo creativo. No podemos pensar que un documento de la ONU pueda abordar las cosas desde este punto de vista creyente y finalista; pero sí encontramos congruencia. En los ODS 2030 encontramos grandes cuestionamientos de fondo sobre lo que está ocurriendo en el mundo en forma de respuestas y objetivos; como tantas veces… falta la Palabra de Dios para que, como al principio, todo quede ordenado.
La Laudato Si ahonda en el por qué las cosas están como están incidiendo en que no estamos asistiendo a una crisis ecológica sino a una crisis valorativa y de sentido. En el fondo de todo encontramos a un ser humano que no ha sido capaz de ser totalmente fiel a la vocación a la que Dios le llamaba de ¨seguir creando¨. Dentro de la humanidad hay mucho Caín y Abel pero, a pesar de las limitaciones, siempre la humanidad ha encontrado ese camino para salvar situaciones que el Espíritu creador ha inscrito en el fondo de cada ser humano. Es imposible e impropio que un documento como la Agenda 2030 presente este tipo de consideraciones, pero es una expresión de la búsqueda del hombre para dar solución a sus problemas; una búsqueda que nos indica que el Espíritu de Dios sigue guiando la Historia aunque, en el diálogo con personas, países y organizaciones, se pierda mucho tiempo y mucha vida.
Laudato Si y ODS 2030 son dos documentos complementarios pero la verdadera complementariedad hemos de darla nosotros. No son dos documentos para quedar en la estantería o en la simple reflexión. Son dos documentos que quieren movilizar conciencias y recursos de todo tipo para que las cosas cambien.
10 de diciembre de 1948
[iii] https://www.undp.org/content/undp/es/home/sustainable-development-goals/goal-10-reduced-inequalities.html. (Consultado en Marzo 2019)
Pulsar el botón en Español en la esquina superior derecha. . (Consultado en Marzo 2019)
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